El niño intenta todo para que sus padres lo vean,
aunque sea sacrificándose.
Cuando elegimos rescatar a nuestros padres, sacrificamos
nuestras necesidades por las de ellos. Crecemos con la angustia de que ellos
estén bien y nada les pase.
Rescatar se convierte en una compulsión y una manera de
evadir las propias necesidades. Ésa es la esencia de la codependencia: una
forma de desplazarse por otros. Primero, por los padres y después por la pareja.
Te condenas, como persona a ser esclava del rescate, ya
que nunca llenas tu cuerpo emocional herido.
La única manera de repararlo es que ese reconocimiento,
esa relación con tu vulnerabilidad, ese respeto y amor por quien eres, venga de
ti para ti; que vuelvas a ti y cures las viejas heridas de tu cuerpo emocional
para recibir de ti y de los otros el amor que sí cura.
Rescatas a la niña que fuiste proyectando en tus padres o
en uno de ellos en tus relaciones actuales de manera inconsciente; esperas que
algún día ese padre o esa madre imaginarios estén completos para ti. Ésa es la
fantasía del niño interno.
Es algo que elegimos para sobrevivir, nos hacemos solitarios,
arrogantes, exitosos, pero con poca capacidad de intimidad.
Las decisiones que tomamos llenan nuestras necesidades
afectivas, hacen algo para compensar lo que está mal en nosotros.
¿Cuáles son tus necesidades afectivas no resueltas en la
infancia?
Ésta nos urge a despertar y asumir que si no elegimos
sanar nuestras heridas y aprender de ellas, seguiremos viviendo en cadenas de
ignorancia y dolor interminables.
¿Cuáles son las lecciones que la vida te pide aprender?
¿Crees que la vida espera algo de ti?
¿Tiene algún sentido el dolor que vives?
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