Lindsey, Adriane y yo, Sandy, iremos disfrazadas de brujas
este año. Mi abuela me contó una historia que me hizo pensar
bastante acerca de esta celebración y me convenció por completo acerca de
nuestro disfraz.
Me dijo que hace más de mil años, las mujeres que eran
consideradas brujas eran quemadas en hogueras gigantes en medio de los bosques.
Ellas ni siquiera tenían oportunidad de explicarse, simplemente eran señaladas,
arrastradas e humilladas sin piedad. Pero la abuela dice que en Halloween la
muerte –que tiene forma de una mujer delgada, con el pelo ondulado, largo y
plateado, sale a pasear buscando a mujeres jóvenes para intercambiar sus almas
con las de las brujas que fueron quemadas hace muchos, muchos años. La abuela dijo ce que para darle consentimiento a la muerte de tomar nuestras almas, debemos
vestirnos como las brujas.
Yo les conté esto a mis amigas y estuvieron completamente de
acuerdo. Fuimos a las tiendas de antigüedades de la ciudad, buscamos entre las
prendas más viejas y encontramos vestidos, zapatos y accesorios que más bien
parecían sacados de una película de terror. La abuela sonrió cuando le
mostramos nuestro aspecto. “Ahora solo tienen que salir, vayan cerca del bosque
y justo a las 12 con 12 minutos, la muerte se mostrará ante ustedes, sabrán que
es ella por la corona con rubíes rojos que porta”.
Sabía que Lindsey y Adriane tenían miedo pero aún así harían lo que yo dijera, así que estuvimos en el bosque a media noche.
Nos miramos divertidas, en el fondo, queríamos que la historia fuera real,
además la abuela siempre estaba inventando cosas. Nos sentamos y yo les pasé
una pequeña botella de agua que había rellenado con vodka antes de salir de casa.
Pronto se hicieron las 12:30 y nada pasaba.
-Si nos apuramos aún podemos llegar a casa de Rachel, según dicen su fiesta este año será la mejor -dijo Adriane, yo la miré y volteé los ojos, claro que sería ella la primera en acobardarse e irse.
-Váyanse si quieren -les dije, y aunque dudaron, al final decidieron quedarse, preferían eso a perder mi amistad. Yo también quería irme, estaba muy aburrida y prefería irme a la fiesta, pero sentía que alguien me pedía que me quedara. "Sandy, tú sabes que hacer", escuché la voz de mi abuela y asentí.
-Si nos apuramos aún podemos llegar a casa de Rachel, según dicen su fiesta este año será la mejor -dijo Adriane, yo la miré y volteé los ojos, claro que sería ella la primera en acobardarse e irse.
-Váyanse si quieren -les dije, y aunque dudaron, al final decidieron quedarse, preferían eso a perder mi amistad. Yo también quería irme, estaba muy aburrida y prefería irme a la fiesta, pero sentía que alguien me pedía que me quedara. "Sandy, tú sabes que hacer", escuché la voz de mi abuela y asentí.
-¿Estás segura de esto Sandy? -me preguntaron y yo asentí mientras todas acarreábamos madera y hojas e intentábamos construir una hoguera.
-¡Pero yo no quiero morir aún Sandy!-dijo Lindsey con lágrimas en los ojos.
-Ay ya, no seas tan tonta, entiende que no vas a morir, solo vas a reencarnar, ¿ok?
-Ok.
Al día siguiente, en casa de Sandy, su mamá la llamó sin recibir respuesta y comenzó a preocuparse así que bajó a la sala.
-¡Mamá!, ¿dónde está Sandy?
-Fue al bosque con sus amigas.
-¿Al bosque a qué?, no les habrás contado alguna de tus locas historias mamá.
-¿Pero qué dices si yo he estado viendo la televisión y me quedé dormida aquí, apenas me desperté.
Encendieron la televisión y ambas se quedaron con la boca abierta al ver la noticia principal: "Tres chicas fueron encontradas muertas esta mañana en el claro del bosque, al pareces construyeron una hoguera y se suicidaron, la policía trabaja arduamente para identificarlas.
-¿Mamá? -dijo al borde de las lágrimas - ¿con quién estaba Sandy ayer?
-Con sus dos amiguitas esas de las que nunca se separa. Hija, ¿pero qué te pasa por qué estás llorando? -en ese momento el teléfono sonó y el identificador de llamadas se pudo ver que era la policía. Mientras su hija contestaba y daba gritos al teléfono, la anciana subió hasta su cuarto, se sentó en el borde de la cama y sonrió. Había una caja a su lado, la abrió y de ella sacó una Corona con rubíes rojos que resplandecieron con la luz.
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