I
-Mamá, esto es ridículo, ¿por qué tengo que casarme con un
Dragón?
-Wanda, deja de quejarte, ya te lo he explicado un montón de
veces: es una tradición familiar, cada niña de la quinta generación debe
casarse con uno.
-Mamá, entiendo que así haya sido antes, pero, puedes ver
que en pleno siglo XXI eso es una verdadera estupidez, ¿no?
-¡Wanda!, no me importa lo que pienses, ¿ok?, vas a casarte,
y sí, vas a casarte con un Dragón así que hazte a la idea.
II
-¿Papá?
-Dime, pequeña Wanda.
-¿Podrías matarme?
-Pero, ¿qué dices?
-Prefiero morir antes que tener que casarme con ese estúpido
dragón. Y antes de que me interrumpas con uno de tus tontos sermones acerca de
lo importantes que son las tradiciones familiares, déjame decirte esto: ¡me
importan un bledo sus tradiciones!, ¡no me voy a casar! Y mucho menos con un Dragón,
y hagan lo que quieran.
III
-Abuela, dime que tú sí me entiendes.
-Te entiendo perfecto niña pero tú también debes entender.
-¿Entender qué?, ¿qué no voy a ser capaz de tener una vida
normal?, ¿Qué todo el mundo se va a burlar de mí por ser la esposa de un ridículo
Dragón?, abuela apenas tengo 12 años, no puedo casarme, mi vida ni siquiera ha
empezado.
-¿Al menos has ido a conocerlo Wanda?
IV
Así que aquí estás, encerrado en un garaje, tan medieval
como lo imaginé. Quisiera hablar contigo pero ni siquiera vas a entenderme,
además, alguien te puso un bozal como si fueras un vil perro. Te miro a los
ojos y puedo ver que también estás triste. Te entiendo, ¿quién quisiera casarse
con una niña siendo tú?, yo no.
Me pregunto si tus padres te dieron la noticia como a mí.
-Wanda, ahora eres toda una señorita, y estás lista para
casarte, ah, pero no te vas a casar con un humano, ¡no!, te toca cumplir con
una apuesta que la familia perdió hace muchos pero muchos años y por eso tienes
que casarte con un Dragón.
Perdón, ni siquiera sé cómo te llamas y todo este tiempo te
he estado llamando Dragón. Te lo preguntaría pero no vas a poder responderme.
Ah, ya veo, tu nombre es Arizona, me gusta, va con tu color de piel rojizo.
Bueno, Arizona, tú y yo por el resto de la eternidad, ¿cómo suena eso?, ¿has
podido dormir últimamente o al igual que yo te quedas con los ojos abiertos
toda la noche pensando en lo que le espera a las futuras generaciones?
-Tenemos que acabar con esto Arizona, ¿estás de acuerdo?
Veo que asientes y me sorprendo por completo. ¿Puedes
entenderme?, quizá estoy alucinando, sí, solo fue una alucinación, pero para
asegurarme, pregunto de nuevo:
-Arizona, ¿puedes entenderme? –de nuevo asientes con la
cabeza y yo abro la boca debido a la sorpresa.
V
-Wanda, ¿Por qué de repente estás tan calmada con respecto a
tu boda?
-Mamá, simplemente no te entiendo, primero qué por qué
estaba tan terca en no querer casarme, ahora, qué por qué estoy tan tranquila.
¿Puedes dejarme en paz?, voy a ponerme mi vestido.
Ayer fui a ver a Arizona de nuevo, lo he estado viendo todos
los días últimamente y me alegra saber qué ambos pensamos igual. Nos entendimos
tan bien, que pronto ideamos un plan para nuestra boda. No quiere decir que de
repente me enamoré de él, eso jamás, a fin de cuentas es un Dragón de sabe
cuántos años y yo apenas soy una niña de 12 años. Le pregunté si estaba listo
para el gran día antes de irme y cuando asintió, supe que nada podría salir
mal.
Mamá se aseguró de que toda la familia estuviera reunida, la
boda en el bosque, banquitas por doquier y un altar con rosas blancas en el
centro. Me asomé por la ventana, la familia de Arizona también estaba ahí.
-¿Estás lista?
-Claro papá.
Y me toma por del brazo, caminamos por lo que se siente como
una eternidad. Veo a Arizona al final del camino, esta vez no tiene bozal y
está sonriendo, o al menos eso creo, yo también sonrió al verlo. Llegó hasta él
y le doy un beso en la mejilla a papá, luego todo pasa muy pero muy rápido. Le
doy la señal a Arizona y lo único que puedo sentir es calor, y solo escucho
gritos, gritos por doquier. Arizona me pasa una espada, pero no sé si seré
capaz de usarla, aun así la sostengo en alto y todo el tiempo me mantengo a su
lado, a fin de cuentas él se está haciendo cargo de todo.
VI
-¿Crees que es lo correcto? –le pregunto un día antes de la
boda, y aunque él no puede hablar sé que está de acuerdo.
Pienso en los hijos de mis hijos, pienso en sus hijos, en
mis bisnietos, en mis tataranietos. Ellos no merecen esto, así que será mejor
acabar con todos de una vez.
-Ya no más Arizona, tú y yo nos haremos cargo de que nadie
en nuestras familias vuelva a sufrir.
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