Tefi
y Mauricio se conocieron desde que eran unos bebés. La mamá de Tefi se dedicó a
cuidar a Mauricio desde que nació hasta que cumplió dos años de edad.
Después
de eso Mauricio se fue a vivir a la ciudad, con su mamá, hasta que ella se fue
a Estados Unidos y él se tuvo que ir a vivir con su tía, al pequeño pueblo,
donde entró a la misma primaria que Tefi.
Apenas
empezarían en 3er grado y Tefi tenía bastantes amigos, estaban sus amigas
mujeres con las que siempre andaba, casi como si fueran una pandilla, y estaba
su grupo de amigos hombres, que no eran muchos y a veces la hacían enojar de
verdad, pero ella los quería de todas formas.
El
día que Mauricio llegó a la escuela Tefi no le prestó demasiada importancia,
hizo lo que siempre hacía: fue la mejor de la clase, salió al recreo y compró
comida, compró también dulces y se fue a sentar al mismo lugar de siempre, con
sus amigas. Ese día había comprado una paleta de manita, una de esas que tenían una frase escrita en la parte de atrás. Su paleta decía “hoy harás un nuevo
amigo”, ella lo leyó y automáticamente pensó en el niño nuevo. Así que fue de
nuevo a la cooperativa, compró otra paleta de manita y se la dio a su nuevo compañero, descubrió que se llamaba Mauricio y tenía 7 años, uno menos
que ella.
Desde
entonces fueron amigos.
Cuando
Tefi estaba en la primaria era algo así como una Mean Girl, así que a veces se
burlaba de Mauricio, sobre todo porque a esa edad, era un niño diminuto y con
una voz bastante peculiar. Mauricio no entendía el comportamiento de Tefi,
porque decía ser su amiga y aun así a
veces lo trataba mal.
Tefi
y Mauricio fueron vecinos por bastantes años, a veces Mauricio iba a su casa y
juntos veían televisión, les gustaba sobre todo ver Art Attack e intentaban en
vano hacer las manualidades; siempre fracasaban.
Esa
fue una rutina que conservaron por años: Mauricio aparecía de la nada por la
casa de Tefi y juntos hacían un sinfín de cosas.
A
esa edad Mauricio era bastante mentiroso, le decía a todo el mundo historias
sin sentido: que él era el dueño de dos perros gigantes y de color azul, que no
tenía costillas y por eso era tan delgado.
Tefi
era la única que lo conocía tan a la perfección que jamás le creía, pero
fingía, para que los demás le siguieran el juego.
Fue
cuando entraron a la secundaria que su amistad se consolidó por completo. Eran
inseparables. Todo el mundo sabía que Mauricio y Tefi eran los mejores amigos,
y que hacían todo junto.
Un
día Mauricio –finalmente, se enamoró, y con eso su amistad con Tefi pasó a
segundo plano. Estaba como loco por una chica que parecía hacerle caso pero que
siempre le mandaba señales confusas. La chica también era amiga de Tefi, por lo
que ella se sentía atrapada y sin saber qué hacer.
Así
que optó por alejarse un poco de la situación y juntarse con sus otras amigas.
Tefi
siempre fue bastante popular, a pesar de ser la niña matada y ñoña del salón
sus compañeras siempre querían ser cómo ella, juntarse con ella y saber de lo
que ella sabía.
Mauricio
por el contrario a veces era víctima de burlas, sobre todo porque seguía
teniendo una voz bastante particular y tendencias femeninas.
A
pesar de todo; peleas y reconciliaciones, Mauricio y Tefi nunca dejaron de ser
amigos, al contrario, pasaban las tardes juntos a pesar de que Tefi se había
mudado de casa, y ahora vivía bastante lejos.
Al
contrario de Mauricio, Tefi siempre estaba enamorada. Casi cada semana le
gustaba alguien distinto, era algo que no podía controlar y que Mauricio le
reprochaba.
Se
enamoró locamente de un chico extranjero que llegó a la secundaria un lunes y con
su pelo alborotado le movió todo el interior a Tefi. El chico a veces le hacía
caso y a veces no, y Tefi lloró bastante por él, pero Mauricio siempre estaba
ahí para consolarla y decirle que fuera fuerte.
Cuando
llegó la hora de entrar a la preparatoria Tefi y Mauricio supieron que sus
caminos se separarían: como en el pequeño pueblo no había prepa, Tefi se
mudaría a la ciudad y Mauricio se quedaría y viajaría diario a la prepa más
cercana.
A
pesar de que ya no podían verse tan seguido, su amistad permaneció a lo largo
de los 3 años.
Siempre
se ponían de acuerdo para verse los fines de semana y siempre iban a cenar y se
contaban que había de nuevo en sus vidas.
Tefi
nunca sintió que Mauricio no estaba a su lado, al contrario, sabía que podía
contar con él sin importar la distancia.
Un
buen día Tefi se hizo un novio, y con eso las cosas cambiaron un poco, ya no se
veían tanto y Tefi sabía que algo no andaba bien en su relación pero se sentía
incapaz de decírselo a la gente, ni siquiera se lo decía a Mauricio. Él por su
parte también se estaba empezando a enamorar de una chica particularmente más
joven que él y casi prohibida.
Un
buen día Mauricio se dio cuenta de que Tefi no estaba bien, se sentó con ella y
la confrontó, hasta que ella le dijo llorando que su novio la estaba engañando
y que ella no sabía cómo dejarlo. Ambos lloraron mientras Mauricio abrazaba a
Tefi en todo momento.
A
Tefi le costó mucho salir de esa relación tormentosa, se sentía atrapada en un
círculo vicioso, a veces decía que dejaría
su novio, así sin más, pero luego lo veía y en sus abrazos encontraba un
consuelo que no obtenía de nadie más, así que lloraba todo el tiempo y no
paraba de mandarle mensajes y llamarlo, quería controlarlo aunque sabía que no
podía. Así que dejó de comer, dejó de dormir y la escuela dejó de importarle.
Mauricio
por su parte vivía el mejor momento de su vida: por primera vez estaba
enamorado de verdad, la veía a escondidas casi todos los días, se mandaban
cartas como colegiales enamorados y sus encuentros amorosos estaban llenos de
te amos.
Un
buen día Tefi decidió que ya había llegado el momento y aunque nunca se lo
había dicho a nadie más, finalmente le confesó a Mauricio todo lo que estaba
ocurriendo en su vida, y prometió que comenzaría a ir a terapia.
Para
ese entonces ambos ya estaban en la universidad. Y como la vida universitaria
es mucho más exigente y ambos aún vivían a horas de distancia, a veces se veían
y a veces no. Pero aun así su lazo nunca dejó de existir. Cuando algo
importante pasaba siempre se lo contaban. Ambos sabían que podían pasar semanas
sin verse, pero cuando lo hacían era como si el tiempo nunca hubiera pasado.
Todo
el mundo lo sabía; Tefi y Mauricio eran inseparables y no había fiesta en la
que no estuvieran juntos y cada que alguien los veía siempre estaban riendo.
Finalmente
ambos acabaron la universidad y eso significó que Tefi regresaba al pueblo.
Pero algo pasó y en vez de verse más y estar más unidos, se separaron como
nunca lo habían hecho.
Tefi
se enamoró de nuevo, esta vez de un chico más joven que ella que de vez en
cuando le recordaba a su ex novio por como la trataba. Mauricio nunca aprobó
aquello pero se mantenía al margen con tal de ver a Tefi feliz.
En
algún momento pareció que su amistad había acabado, pues ya casi no se veían y
no hablaban tampoco. Tefi ahora tenía nuevos amigos y Mauricio era bastante
popular de por sí. Así que sus caminos se fueron separando y ninguno hizo nada.
Hasta
que Mauricio tuvo que irse de viaje durante dos meses. En ese tiempo Tefi
reflexionó un montón acerca de su nueva relación, se dijo que no valía la pena
volver a sufrir lo que ya había sufrido. Habló casi a diario con Mauricio y
cuando él finalmente volvió, pareció como si nunca se hubieran separado.
Aunque
Tefi de vez en cuando aún veía al chico y eso hacía enojar a Mauricio, igualmente
él rompía y regresaba con su novia, y eso irritaba a Tefi. Fue entonces que tuvieron la brillante idea de formar el Club. "Si el amor nos tiene tan jodidos, no podemos ser los únicos, ¿verdad?", se dijeron.
Un
buen día el dolor los unió aún más. Tefi estaba trabajando cuando la novia de
Mauricio le llamó, lo que fue demasiado raro para ella. “¿Ya te enteraste?” le
dijo, “habla con Mauricio” y así lo hizo, solo para descubrir que el padre de
Mauricio había muerto en un accidente. Tefi tomó sus cosas y se fue, corrió
hasta Mauricio y ambos se quedaron en su cuarto, Mauricio llorando y Tefi
estando ahí, sin despegarse un solo momento.
Durante
el siguiente mes Mauricio estuvo borracho todos los días. Tefi a veces iba a
verlo y a veces no, quería darle su espacio y a la vez no sabía cómo
consolarlo. No podía imaginarse un dolor así.
En
Halloween tuvieron una pelea, la primera en muchísimos años. Estaban tomando y se
habían disfrazado. Y de repente a Tefi la llamó el chico/novio/exnovio y ella
no pudo hacer otra cosa más que decir, “ya voy”, eso enfureció a Mauricio que
le dijo “si te vas con él no vuelvas a buscarme”, y Tefi se enfureció aún más y
le dijo “no seas así, no seas egoísta”, pero Mauricio no contestó y solo se fue
caminando en la dirección opuesta.
Al
día siguiente Tefi le mandó un mensaje diciéndole que la perdonara y Mauricio
dijo que no tenía importancia, quedaron de verse y arreglaron las cosas sin
problema.
Tiempo
después el dolor llegó a la vida de Tefi. El día que le dijeron que su abuela
había muerto no fue una sorpresa, sin embargo sintió como el dolor se apoderaba
de ella, sin dejar un espacio sin llenar. Mauricio estuvo ahí para ella, a
pesar de que su padre había muerto hacía apenas unos meses. La acompañó en todo
momento e incluso la sostuvo cuando pensó que iba a derrumnarse.
La
relación de Tefi y Mauricio funciona porque se conocen a la perfección, porque
aceptan que no son perfectos y no esperan nada el uno del otro, solo se quieren
y el amor que se tienen es tan grande que simplemente no se extingue. Un día
acordaron que si se casaban iban a tener que comprar una casa grande o unir dos
casas, para que ellos y sus parejas vivieran juntos.
Tefi
no tiene nada por seguro acerca de su futuro, excepto por una cosa: sabe que
Mauricio estará ahí.