Unos padres que no proporcionan alimento, protección, afecto, estructura, casa y estabilidad, y permanecen ausentes en este proceso fundamental en un niño, lo abandonan.
Una herida de abandono es una experiencia de soledad infantil, de vacío. Es una ausencia física, emocional y de aprendizaje. Esa ausencia genera una enorme angustia en el niño. Lo vive como una experiencia aterradora de soledad, miedo y desprotección.
Abandonamos cuando no ofrecemos las condiciones para que un niño sienta protección y afecto de un adulto. Abandonamos cuando somos padres-niños, no damos protección y estructura a los pequeños. Abandonamos cuando no les damos tiempo para jugar, acariciar, mirarlos a los ojos y hablar su lenguaje. Abandonamos cuando no les ponemos límites ni estructura y dejamos que crezcan como quieran. Abandonamos cuando no comprendemos que son niños y debemos darles afecto, sentido de pertenencia y estructura emocional para crecer aptos para la vida.
Muchos crecimos con padres bienintencionados, pero ignorantes de lo que necesitamos. Esto puede generar un dolor de abandono en nosotros e incapacitarnos para crecer y alcanzar la autonomía.
Personalidad herida de abandono
Un adulto que vivió en el abandono crece físicamente pero en lo emocional queda atado a un sentimiento de soledad y vacío. Es un niño de mirada triste, desprotegido e incapaz de hacerse cargo de sí. El niño se quedó atrapado en su cuerpo de adulto, con todas las necesidades inconclusas.
Tiene un sentimiento de tristeza permanente y suele establecer relaciones de apego y dependencia, siente que debe complacer, ser lo que esperan los otros, no decir lo que piensa, ni poner límites, hace todo menos caer en el riesgo de ser abandonado de nuevo.
Suele depender mucho de sus relaciones, no sabe cerrar ciclos. Entonces, cuando las relaciones terminan, pasa por periodos de muchísimo dolor, no sabe salir de los duelos. Prefiere humillarse, evadir los finales antes de volver a experimentar el dolor del niño interior abandonado.
Muchas personas con esta herida se victimizan, es algo muy adictivo: el drama de sufrir, llorar por amor, sentirse abandonado y triste. Creen que tienen derecho a sufrir y sentir que los demás deben ayudar, dar y proteger. Demandar y después enojarse con la vida porque continúan abandonados. Es un drama muy adictivo, siempre buscarás sentirte así, ése es tu derecho, tu vicio, tu necesitad.
Características físicas
La persona con herida de abandono lo expresa físicamente con un cuerpo flácido y sin tono muscular. La falta de estructura también se manifiesta a nivel físico con hombros y pechos caídos, o pecho hundido, joroba, posición de poca autoridad y seguridad, ojos tristes como niño que pide protección, semblante desprotegido.
Emocionales
La tristeza es la emoción más frecuente una persona que reacciona con actitudes fuera de control, como los celos frecuentes, los berrinches o modos de ver la vida como problema muy complicado e irresoluble. Es manipuladora y experta en hacer sentir a los otros responsables de ella.
Creencias
Le cuesta mucho ver su responsabilidad y las realidades como adulto.Piensa que las cosas son difíciles de cambiar y debe aguantar aunque ya esté harto.
Tareas de desarrollo inconclusas
Necesita reestablecer al padre perdido, ausente que le negó la posibilidad de límites, estructura y responsabilidad. Es fundamental poner límites de respeto. Restablecer al padre perdido es darse protección, compromiso, respeto por sus necesidades, acompañamiento en sus proyectos. Las palabras clave son darse el derecho a ser valioso y comprometerse consigo, responsabilizándose de las realidades que construye. Ésa es la mayor tarea de desarrollo para equilibrar la personalidad abandonada y no abandonarse.
Permiso sanador: permiso a crecer y dejar de ser niñ@
El intento desesperado de encontrar el amor, de que llegue a tu vida esa persona que no te abandonará y se comprometa, no resolverá el problema de fondo.
Veneno y antídoto para sanar la herida
El veneno en la herida de abandono es:
- Olvidar tus necesidades e ignorar el valor por ti.
- Tener relaciones de dependencia.
- Sentirte una niña incapacitada para la vida.
- Sentirte una víctima de las circunstancias.
- Cuando abandonas tus sueños.
- Cuando permites abandono y abuso.
- Decir y no hacer, aferrarte a la incongruencia.
Antídoto: inyecciones efectivas a mi personalidad herida:
- Compromiso con lo que siento, digo y necesito
- Responder con adultez y responsabilidad
- Esforzarme por terminar lo que empiezo
- Tener disciplinas que respeto
- No ser tan autocomplaciente
- Ver lo bueno en mí, en los otros y en la vida
- Bajarle a la queja, dejar de creer que todo está mal
El antídoto es sentirte el/la mejor madre-padre para ti, desarrollar la capacidad de respetarte, comprometerte contigo y amarte.