viernes, 3 de agosto de 2012

Situaciones complicadas.

A veces, la mayoría de nosotros creemos estar pasando por problemas sin solución alguna, nos complicamos la vida con pequeñas cosas que después de un tiempo nos resultan cosa de niños.
Pues sólo hace falta ver todo desde la perspectiva de alguien más, para saber que hay personas que verdaderamente tienen problemas, problemas de verdad.


Ser adolescente es complicado, pero ser adolescente-adulto, a veces lo es más. Se tienen los mismos problemas que los adolescentes, pero debido a que ya se nos considera al mismo tiempo como adultos, el castigo es peor, las consecuencias también.

A esta edad, definitivamente nos encontramos con nosotros mismos, y a veces nos golpeamos duro contra la realidad, ¿es así cómo yo soy? y ¿dónde está la persona que fui por tanto tiempo?
Llega el amor y con él las relaciones se vuelven más íntimas, más complicadas también. Nos enseñan que hay que llegar vírgenes al matrimonio, pero si no sucede, ¿entonces qué? Y lo peor no es el castigo divino, "vas a ir al infierno", no, lo peor es el remordimiento de conciencia. Porque si el cuerpo no cambia, sí lo hace nuestra alma y un paso así de grande no se olvida con ninguna pastilla del día siguiente.

Llega la universidad y con ella la decisión más difícil e importante de nuestras vidas. Por un lado están nuestros padres que insisten en que a veces seguir los sueños no es suficiente, porque ser escritor no te va a dar para comer, porque ser fotógrafo hoy en día implica andar por bodas y fiestas, porque no puedes ser bailarín sin morirte antes de hambre. "¿Quieres ser una de esas personas que gastan 5 años de su vida estudiando para terminar trabajando en algo completamente distinto?"
Por otro lado están las cosas que son correctas, pero en las cuales no hay pasión. ¿Y si no funciona? ¿Y si desisto? ¿Y si...?

Llega el problema del dinero, porque si antes llorábamos si nuestros padres no nos compraban una simple golosina, ¿ahora a quién vamos a llorar para que nos pague la renta del hogar?
La responsabilidad de tener un empleo y estudiar a la vez es un peso muy grande sobre nuestros hombros. Pero así es la vida.

El asunto aquí es que crecer a veces no es más que agregar a la lista  preocupación tras preocupación. Aquí estoy yo, la adolescente-adulta. Preparándome para vivir por mi cuenta, preocupada por cosas que aún no pasan y por un trabajo que no tengo.

1 comentario:

Marta Santorini dijo...

La universidad no es la decisión más importante. Te lo aseguro ;) y te lo dice alguien que ha terminado Periodismo.

La realidad es que nadie cambiará tu vida a no ser que lo hagas tú misma. Los límites no existen, los límites los escribes tú.

Ahora bien, ¿hasta donde quieres llegar?