lunes, 31 de julio de 2023

La familia, ¿se elige?

 Una de las muchas cosas que he escuchado a lo largo de mi vida es: la familia no es coincidencia, la familia se elige.

Y yo me pregunto, ¿será? Hay una teoría en algún lugar que dice que hay algo llamado pacto de almas, y la he escuchado muchas veces: antes de volver a la tierra, nuestras almas se juntan y se ponen de acuerdo para ayudarse las unas a la otras.

-a mi me falta aprender la empatía

-a mi soltar

-a mí el trabajo en equipo

Y es así que se forman grupos de almas que deciden volver juntas: para ayudarse, para aprender, crecer y finalmente evolucionar. Y yo creo fervientemente en la re-encarnación, creo que he tenido recuerdos de vidas pasadas, incluso hoy en día tengo un recuerdo que no sé de dónde salió. El recuerdo es este: soy una niña pequeña y voy caminando y en una esquina me paro para cruzar la calle, me fijo bien antes de cruzar y doy unos pasos, pero de repente viene una bicicleta a toda velocidad, y en ese momento la bici sale volando con la persona que la maneja, porque frenó para no hacerme daño, y veo como esta persona no sobrevive.

También hay algo raro en que la mayoría de mis amigos y yo no sabemos manejar. Más del 50% me atrevería a decir. Una vez platicando les dije: creo que en alguna otra vida sufrimos un accidente en un auto o algo así, y por eso regresamos y preferimos no manejar.

En fin, la familia es... complicada, ¿no?, crecer y darse cuenta de que nuestros héroes no son realmente lo que pensábamos, que nuestros padres tienen defectos y han hecho cosas de las que se arrepienten, que siguen cometiendo errores y lo seguirán haciendo hasta el final, como todos. Pero romper esa barrera de "te veo perfecto" a "somos iguales", es complicado. En un mundo ideal, me llevaría perfecto con mis padres y mi hermano siendo tal cual soy, sin ocultar ninguna parte de mi, y tendríamos conversaciones reales donde creceríamos, en un mundo ideal, no tendríamos nada de qué avergonzarnos ni nada que ocultar. En un mundo ideal no habría máscaras.

No sé por qué tengo un papá tan terco y controlador, una mamá sumisa que finge ser feliz todo el tiempo y un hermano que se conforma con cualquier cosa y es sensible hasta los huesos, como yo. Lo que sí sé es que mi relación con ellos define mi vida, no puedo imaginarme un mundo donde ellos no estén, donde haya crecido con alguien más. Hay mucho que trabajar aún, muchas heridas que sanar, acomodar cosas y dejar ir otras. 

No puedo asegurar que conocí a estas personas antes, pero puedo asegurar que haré lo posible por hacerlas evolucionar, así como ellos me ayudan.

jueves, 27 de julio de 2023

Todo lo que sabía del amor a los veintiuno

-Es mejor alejarse de las personas para no sufrir
-Está bien si te emborrachas porque sufres por amor, solo no hagas cosas ridículas como llamar o mandar mensajes de los que después te arrepentirás
-Es mejor recibir migajas de amor que no recibir nada, es mejor aguantar a alguien que quedarse sola
-El amor siempre te encuentra, por más que intentes esconderte de él encontrará la manera de volver a tu vida
-El hombre perfecto es un chico malo al que yo convertiré en bueno, porque los que son buenos desde el principio me aburren después de un rato
-Debes encontrar a alguien pronto, pdefinitivamente antes de los 30s, sino vas a ser una "quedada"
-Nunca estarás completa a menos que te cases y tengas una familia
-Si un hombre está destinado a ti, no importa cuántos años pasen, en algún punto te volverá a encontrar
-Cuando ecuentres a tu persona, y finalmente estén juntos, el cielo y la luna resplandecerán
-Si estás con la persona indicada los días pasarán volando y serás feliz todo el tiempo
-Nunca volverás a amar como amaste a tu primer amor, pero eso no es algo malo, solo signifia que aprenderás nuevas formas de amar

lunes, 24 de julio de 2023

Citas y cumplir 30

 He ido a muchas citas en mi vida, quizá más de las que quisiera admitir. Por muchos años intenté tener la fórmula secreta para gustarle a todos los chicos que me interesaban, pero al final y después de muchos años de terapia me di cuenta de que lo más importante al salir con alguien no es hacer todo con tal de gustarles: maquillaje, pelo, ropa, actitud y sonrisa. Lo más fundamental es pensar: ¿a mí me gusta esta persona?

Y claro, en la primera cita no se puede responder al 100%, porque seamos realistas, nadie se muestra al 100% en una primera cita: nos arreglamos de más, nos ponemos la camiseta de "soy increíble y no tengo defectos", todos traemos una máscara que solo se caerá después de, no sé cuántas citas, pero muchas.

Antes de lanzarse al ruedo es importante saber: ¿qué estoy buscando en una persona?, ¿qué tengo yo para ofrecer?, ¿soy feliz o quiero que alguien más me de la felicidad?, ¿me quiero y acepto realmente?

Todo fuera mucho más fácil si tuviéramos las respuestas antes de ir y desperdiciar el tiempo de alguien más, o que desperdicien el nuestro. Pero es que no todo el mundo está consciente de que salir no es solo cuestión de "ok, estoy aburrida y quiero conocer a alguien", aunque para la mayoría de las personas, este es el motivo (y me incluyo, muchas veces mi motivación para salir un viernes por la noche era ver si podía conseguir un chico).

El caso es que cuando más crecemos más nos damos cuenta de que el tiempo está pasando, y claro, para algunas personas esto no significa nada, pero si eres como yo y te aterra el futuro, pensarás algo como "no quiero estar sola por siempre, soy feliz y he estado en terapia por muchos años, quisiera encontrar a alguien bueno". 

Cuando salimos en los 20s todo es diversión, fiestas, excesos, a finales de los 20s ya la gente se empieza a dar cuenta de que no todo es para siempre, que amanecer crudo cada domingo no es lo ideal, y que el sexo casual no es tan bueno como lo pintan. Cuando estás a punto de llegar a los 30s te pones a reflexionar: ¿qué quiero?, y como yo, quizá tengas una pequeña crisis de identidad y te cuestiones todo lo que has logrado hasta el momento.

¿Es esta vida la que quiero?, y, ¿qué pasa con todas las demás vidas que pude haber vivido?, ¿a dónde fueron a parar?

Quizá lo que quiero decir es que salir no debería ser tomado como algo casual, salir implica involucrarnos en la vida de alguien más, y tenemos dos opciones: hacerla mejor o peor. Claro, eso también va del otro lado, y si alguien está haciendo tu vida miserable o no estás seguro; nunca es tarde para dar la vuelta y decir: ok, aquí voy de nuevo.

A fin de cuentas, salir en los 30s no puede ser tan malo, ¿o sí?

martes, 11 de julio de 2023

Mi mente y yo

 Mi mente siempre ha ido al mil por hora, no hay momento del día en que no esté sobre-pensando, de verdad. Dormir me cuesta un montón, siempre me han dado celos las personas que solo cierran los ojos y automáticamente pueden ir a los brazos de morfeo.
Siempre me he preguntado cómo sería tener una mente más tranquila, una que no se pregunte todo a todas horas, una que no piense en cosas que ocurrieron hace más de 10 años y las traiga a la memoria en los momentos menos deseados, una mente que pueda estar en silencio cuando yo lo deseo.
Una de las cosas más difíciles es meditar.
En mi vida he intetado meditar un montón de veces, solo para terminar frustrada en la mayoría de las ocasiones, creo que sino me equivoco solo he sido capaz de meditar una vez; esa sensación de paz y tranquilidad, de estar elevado. Y en realidad no sé si fue la meditación o si solo estaba medio dormida.
Otra cosa que los demás disfrutan y yo no puedo es recibir masajes. Tuve mi primer masaje hace apróximadamente unos 5 años, y en verdad tenía altas expectativas, pensé que finalmente mi mente podría relajarse y dejarme en paz un ratito, pero oh sorpresa: eso obviamente no pasó. 
Ok, pero no todo es malo, una cosa que realmente disfruto y hasta creo que tener una mente tan activa ayuda es con las visualizaciones. Ya sea con mi psicóloga, en algún curso, o escuchando en Youtube, siempre me ha sido fácil visualizar. 

Mi mente y yo nos llevamos bien la mayoría del tiempo, pero no siempre fue así. Creciendo siempre preferí pasar más tiempo con mis pensamientos que en la vida real, y eso era bueno y malo a la vez, creo que por eso crecí creyendo en los cuentos de hadas y creándome expectativas irreales para todo.
Lo que sí puedo decir con certeza es que mi mente es bastante fuerte y resiliente. Ha habido muchos momentos en los que he estado al borde de rendirme, pero hay una fuerza interior, una fuerza en esta mente que no me deja hacerlo.
Y por eso doy gracias.

Quizá un día aprenderé a meditar, a callar mi mente cuando yo lo decida, a dormir sin pensar tanto y a relajarme. O quizá simplemente nací con una mente especial. Una que me ayuda en momentos difíciles y me saca de quicio más de lo normal, pero a fin de cuentas, es mía; somos yo y ella contra el mundo.

martes, 4 de julio de 2023

La escuela

Siempre supe que iba a ir a la universidad. Siempre supe que era una obligación para mí en mi familia, era lo que se esperaba de mi: ser buena en la escuela, no fallar, no desistir, ser la primera en acabar, en tener una carrera.
Creo que gran parte de mi exito academico fue mi mamá: ella me enseñó desde chiquitita a leer, a escribir, a memorizar: las tablas, las capitales de los estados, y todo lo que se le ocurriera. 
Mientras fuera una niña inteligente, todo estaba bien. Así que aprendí pronto que el amor de mamá lo recibía a través de ser buena en la escuela. No faltaron diplomas cada año, concursos ganados, discursos, exámenes donde siempre sacaba dieces. Ser la niña perfecta me era fácil, porque era todo lo que sabía, pero también era difícil porque significaba que no podía fallar, nadie podía superarme o todo se derrumbaría.
Y así pasé la primaria, secundaria y prepa: con calificaciones perfectas, siempre esmerándome porque todo estuviera bien, siempre viendo dónde había algo más que conseguir, qué premio ganar. 

Cuando entré a la prepa significó que estaría lejos de mis papás: por primera vez no tenía que reportarme todos los días, podía ser un poco más yo y un poco menos la versión perfecta de mí. Aún así, seguí siendo el primer lugar en la escuela. Dí el discurso cuando acabé y todos felicitaron a mis papás por tener una hija tan inteligente.

Decidir qué quería ser nunca fue difícil: siempre supe, yo quería escribir.
Aún recuerdo a varios de mis compañeros confundidos: "¿Janeth quiere escribir?, pero, si es tan lista, ¿por qué no hace algo donde vaya a ganar dinero, como ser doctora o abogada."
Pero las circunstancias no me dejaron estudiar periodismo o comunicaciones o algo relacionado con escritura. No era que mis papás no me apoyaran: ellos querían que yo fuera a la universidad, no importaba lo que estudiara. Pero no había escuelas públicas cerca en donde pudiera estudiar lo que quería. 
Así que todo se redujo a dos opciones:
a) psicología
b) multimedia - Multimedia era una carrera en ese entonces nueva de la UDG donde combinaron un montón de cosas: cine, diseño gráfico, matemáticas, etc. 
Escogí psicología, porque era un sueño que tenía por ahí guardado: yo quería ayudar a los demás. 
Mirando atrás, siempre me he preguntado cómo sería mi vida si hubiera elegido estudiar multimedia, quién sabe.

Psicología no era mi pasión, y lo descubrí muy rápido. Ya no era la mejor estudiante de la clase, al contrario, apenas y hablaba en clases, apenas y me interesaba lo suficiente en lo que estábamos aprendiendo.
Mis dos materias favoritas de la carrera fueron epistemología y antropología, ambas porque me dejaban hacer ensayos donde podía, finalmente hacer lo que más amaba: escribir. Y porque mis maestros sabían de lo que estaban hablando, no como la mayoría.
En mi tercer semestre pasó algo que no esperaba: una de mis compañeras que ni siquiera era mi amiga cercana me dijo: Janeth, ¿aún tienes novio?, y así fue como descubrí que me estaban poniendo el cuerno.
Lloré como loca, me quería morir, ya nada tenía sentido, ¿para qué estaba estudiando algo que no me gustaba?, ¿para qué esforzarme?
Me fui a casa y por primera vez mostré a la verdadera yo a mis papás: no quiero estudiar psicología, quiero hacer otra cosa.
Buscamos opciones, pero nada me convencía. Pensé que podía estudiar para ser maestra de inglés, pero finalmente mi semana de ser yo se acabó y mis papás terminaron por convencerme de que no me saliera de la carrera, que terminara y viera si en realidad me gustaba. Aunque yo ya sabía que la respuesta era no.
Y así pasé mis clases como zombie, fueron los meses más tristes de mi vida: estaba en la misma universidad que mi ex, donde siempre lo veía con la chica por la que me había cambiado, dondo estaba estudiando algo "solo por terminar".

No podía esperar para acabar la escuela, si hubiera habido alguna opción para tomar el doble de clases, las hubiera tomado. No entiendía cómo otros se desvelaban y mataban para pasar: para mi era fácil, me dormía todos los días a las 9pm y hasta tomaba siestas en las tardes. Jamás me desvelé haciendo algún proyecto, nunca reprobé nada aún ausentádome más de una semana.

En mayo de 2012 acabé la universidad, fue la sensación más liberadora de mi vida: finalmente no más clases, no más tener que estudiar nada, no más maestros ni compañeros de clases ni trabajos finales. 
Me mudé a casa de mis papás en lo que conseguía un trabajo, pero no tardé en encontrar uno en una escuela de música donde estaban en búsqueda de una psicóloga. 
Trabajaba de lunes a viernes de 4-8 pm a 40 minutos de mi casa. Duré 1 año exacto en ese trabajo, hasta que me armé de valor para renunciar.
A la vida siempre le gusta tener la última palabra y le encantan las ironías, así que poco después de reunciar terminaría dando clases de inglés, y de matemáticas y español.
Descubrí que dar clases me gusta mucho, descubrí que lo que estudies en la universidad importa muy poco, o nada. Casi nadie de los que fueron mis compañeros se dedican a dar terapia. Yo di terapia pero siempre me sentí como un fraude, luego tomé terapia y entendí lo que significaba ser una buena psicóloga. Y supe que yo nunca sería una de esas, y estuvo bien liberarme.

Pasé muchos, muchos años tratando de complacer a los demás antes que a mí. Descubrí, también muchos años después, que mientras crea en mí todo será posible.
Hace dos años regresé a la escuela, esta vez para estudiar algo que me apasiona: guión de cine. Fue el tiempo más increíble, donde realmente me divertí estudiando y haciendo tareas.
No sé si algún día volveré a la escuela, quizá sí, quizá nunca más.
Pero finalmente puedo decir que Yo decido, y esa es la mejor sensación del mundo.