lunes, 29 de junio de 2015

Lo siento

Esta es mi manera de decir que lo siento. Sé que no hay palabras que curen un corazón roto, no hay medicina que funcione, no hay remedio que sea rápido. Y me duele saber que ahí afuera alguien está sufriendo y es por mi culpa. Lo siento.
Lo siento por estar rota, por no poder sanar las heridas de mi corazón para poder entregarlo por completo.
Lo siento por pensar siempre lo peor, por estar buscando evidencias, por desconfiar de alguien que en el fondo sé que es bueno.
Lo siento por las palabras que escribí cuando estaba molesta, cuando mi corazón se inundó de dolor y y yo no supe contenerlo.
Lo siento por no saber cómo dar segundas oportunidades.

Lo hice una vez y otra y otra, hasta que me cansé y me prometí que nunca más lo haría, no más de lo mismo. No puedo permitirme volver a caer en el pozo, en el abismo donde me convertí en un monstruo, donde me volví loca.
Sé que soy egoísta por pensar así, por ponerme antes que los demás, por desconfiar para salvar mi pellejo, pero es que me hirieron bastante y aprendí que las historias se repiten, que si una vez salió mal seguramente volverá a salir mal.

Lo siento por no arriesgarme, por poner este escudo en mi corazón, uno indestructible. Yo no quería hacer daño, yo no puedo pensar en estos momentos, me duele.

Lo siento, no tengo más palabras. Espero que no cometas locuras, no te mereces esto, yo lo sé muy bien, pero no puedo confiar después de lo que ya vi. El olvido y yo no nos llevamos bien.

Lo siento por ser Robin, cuando lo que tu necesitabas era a Lily.

miércoles, 24 de junio de 2015

Una noche más

Es gracioso, porque la mayoría de las veces lo que quiero es realmente difícil de conseguir, y entre más difícil sea, más lo quiero, pero una vez que lo obtengo, me aburro, tan profunda y completamente que solo quiero volver a dejar las cosas como estaban antes de haber obtenido lo que tanto quería. Y me pregunto, ¿qué es esto?, ¿autosabotaje?
No puedo descifrar qué es lo que me hace ser de esta manera. Ya perdí la cuenta de las veces que me cansé y dije la frase, "qué aburrido". Ya perdí la cuenta de las veces que me arrepentí de haberme arriesgado en primer lugar. 
"Destino", es la palabra que la gente usa para justificar el no hacer nada. "Seguramente no está en mi destino, por eso no ha sucedido". ¿Y si no depende del destino?, creo que depende de nosotros. Ya lo he dicho antes, y lo diré una vez más, yo creo en el destino como creo en dios, solo cuando me conviene. Y si estoy dando tantas vueltas a este asunto es por una simple razón: quiero algo, y sé que depende enteramente de mí conseguirlo, y es sencillo, solo tendría que arriesgarme un poquito, pero es que no me atrevo, no, porque el miedo a que esta cosa me aburra después de que la obtenga, es muy grande. 
Pero aquí estoy, una noche más, fantaseando con obtener algo, cansada de cosas que ya tengo, pensando en cómo arreglarme, como reparar este vacío que no parece tener remedio. 

martes, 23 de junio de 2015

Lo que no dije

Recuerdo una tarde en su casa cuando de la nada me dijo:
-¿Te puedo decir algo?
-Claro que sí -respondí.
-Una de mis películas favoritas es el amor en los tiempos del cólera, ¿la conoces?
Y una sonrisa gigantesca se escapó de mis labios, no lo podía evitar.
-¿Qué? -insistió -¿la conoces?
-Sí, es de mis favoritas también.
-La verdad es que ya sé que no lo parece, pero me gusta la poesía y esa película es muy bonita.
Yo sentía unas ganas inmensas de abrazarlo en ese momento, estábamos sentados lado a lado, en una pequeñita hamaca en el patio de su casa, casi siempre el tiempo con él se pasaba lentísimo, pero esa vez, ya eran casi las 12 am y yo seguía sin irme a casa, no quería irme nunca de su lado, y creo que él lo sintió también, porque cada que lo veía y sonreía como una tonta enamorada, él solo preguntaba: "'¿Qué?" y comenzaba a reírse, su risa era mi cosa favorita en esos momentos, junto con la sensación de haber encontrado a alguien especial.

Creo que la única vez que le había dicho a un chico que me gustaba de frente era cuando iba en la secundaria, se lo dije un día que llovía bastante y él estaba insistiendo en acompañarme hasta mi casa, entonces simplemente dije "no voy a dejar que me lleves a mi casa" y él contestó "¿y por qué no?", y yo aún no me explico por qué lo hice, pero respondí "porque me gustas".
Y todo eso estaba pasando por mi mente en aquel momento, en el momento en que un chico me había confesado que una de sus películas favoritas era una con un significado muy especial en mi vida, y yo quería decirle "me gustas tanto que no quisiera irme de aquí nunca", y yo iba a hacerlo, por un instante estuve decidida, lo mire y pensé en lo maravilloso que se sentía volver a sentir amor, en los momentos que habíamos pasado juntos, en que aquellas eran las mejores vacaciones de semana santa que había tenido en mi vida. Pero también pensé que una vez que se acabaran, yo tendría que regresar a casa, a mi verdadera casa, y el se quedaría ahí o tal vez se iría aún más lejos. Pensaba todo eso mientras lo miraba, así que me dijo:
-¿Qué pasa?
Y en vez de decir las palabras que mi corazón sentía, dije:
-Creo que es hora de irme a casa.

sábado, 20 de junio de 2015

El pozo

Sin querer, y sin darme cuenta en absoluto, fui cayendo lentamente dentro del pozo. Un día simplemente desperté ahí, y como estaba tan cegada por mis sentimientos, no le di importancia, pensé "puedo salir fácilmente", pero los días pasaban y yo estaba más y más abajo, no sabía cómo, pero al despertar siempre me encontraba a mayor profundidad.
Y es que ese pozo estaba maldito, maldito por las promesas sin cumplir, por las palabras que nunca escuché, por las mentiras y los engaños. Y yo, yo estaba viviendo cómodamente en él, como si no fuera la gran cosa.
La situación era esta: yo no habría salido jamás por mi cuenta, yo quería seguir viviendo ahí, me encantaba, incluso si vivía en condiciones miserables, incluso si solo de vez en cuando la persona que amaba se asomaba y me aventaba las migajas de lo que le había sobrado de su amor, y yo las recibía con los brazos abiertos. Y es a que a él le encantaba; teniéndome en la situación perfecta, siendo libre mientras yo ni siquiera podía asomar la cabeza, respirar aire fresco.
Y todos los demás me lo advertían: "¡Debes salir de ahí!, ya no eres tú misma, haz cambiado, te está matando", pero mis sentimientos también me volvieron sorda y no le di importancia a aquellas palabras, a los gritos desesperados de mis amigos.
Una parte pequeñita de mí, tal vez la única que aún mantenía la cordura, no se cansaba de pedirme que por favor renunciara a las ilusiones que me mantenían encerrada en aquel pozo y yo la callaba constantemente, porque no me gustaba como sonaba aquello: "Serás libre", ¿libre de qué?, ¿libre para qué? si a fin de cuentas estaría sola.
Y no me daba cuenta de lo mucho que estaba perdiendo: amigos, momentos, recuerdos, pero sobre todo, a mí misma.
Pero como todo, hay un punto límite, y el mío llegó con el tiempo, cuando me di cuenta que la persona que amaba, por la que me resistía a salir, ya no iba a visitarme, ya ni siquiera se interesaba en mí, pensé "¿Qué pasa?, ¿por qué me hace esto?", y ahora me doy cuenta de la ingenuidad de aquellos pensamientos.
Creo que tal vez me resigné, pasé las noches llorando sin algún consuelo, llenando mi corazón con ilusiones falsas, porque pensaba que tal vez así lograría sobrevivir. Pero el tiempo pasaba, y yo estaba comenzando a sumergirme más y más en la oscuridad, había olvidado como se veía la luz del sol, como se sentía ser libre.

Hasta que una noche sentí como algo estaba cambiando: oía ruidos arriba, alguien estaba trabajando cerca del pozo y el eco de aquellos sonidos llegaba hasta mí. "¡Hey, ¿qué está pasando!" gritaba yo con desesperación, pero nadie me respondía, así que lo dejé pasar, ya nada me podría hacer daño: estaba casi por morir.
Desperté una mañana a principios de este año y ahí estaba, era magnifica, era bella, era una escalera de soga y madera que alguien había construido para mí. Me resistí al principio a creer que alguien se hubiera tomado el tiempo y el esfuerzo para hacer algo tan hermoso, y que lo hubiera hecho por mí lo hacía aún más increíble, pero es que ahí estaba, ante mis ojos, y yo no lo podía creer. Me constó muchísimo esfuerzo subir, pues estaba a una gran profundidad, pero de alguna manera todos mis amigos me ayudaron a lograrlo. A veces quería desistir, "¿para qué quieres volver allá afuera, para que te hieran de nuevo?" me preguntaba constantemente, pero de alguna manera, mis seres queridos estuvieron apoyándome a lo largo del camino, "serás feliz de nuevo" me decían y yo sonreía con lágrimas en los ojos.
Una vez que estuve afuera las dudas no dejaban seguirme, "¿y si mejor regresas al pozo?, es ahí donde perteneces". Pero poco a poco comencé a ignorarlas, y el sonido de sus hirientes palabras terminó por convertirse en el sonido del viento; ya no me molestaban en absoluto.
Pregunté a todos los que conocía quién había hecho la escalera que me había dado la libertas, pero nadie parecía saberlo, o nadie lo admitía. Llegué a pensar que tal vez alguien se había equivocado de pozo, que me habían salvado por error. Pero agradecí a aquel desconocido que trabajó por noches seguidas para ayudarme.

Y un día, cuando las cosas parecían lo bastante normales de nuevo, cuando ya me había acostumbrado a la luz, cuando podía salir de nuevo con amigos sin sentir que en cualquier momento tendría un ataque de pánico, cuando por las noches ya no había lágrimas, él apareció. El ser que más amé en el mundo, y también el que más me hirió.
-Me alegra que estés bien -me dijo.
-¿Por qué me abandonaste así?, cuando más te necesitaba.
Y él no me respondió, lo sentí tan lejano a mí, tan increíble, como si todo el tiempo juntos jamás hubiera existido, era un completo desconocido parado ahí, frente mío. Metió su mano en el bolsillo trasero de su pantalón y sacó un papel pequeñito, que después me entregó.
-Toma -dijo finalmente, antes de marcharse.
Eran las palabras que cambiaron completamente mi vida: "Yo hice la escalera. Cuídate."

Él. Mi ángel y mi demonio, el salvador y el que me hizo prisionera.
Terminamos y comenzamos esta historia de la misma forma, como completos desconocidos. Solo que de vez en cuando, al recordarlo y traer a mi memoria los momentos felices a su lado, pienso también el tiempo que pasé en el pozo, y eso me ayuda a no querer, jamás, volver a él.

jueves, 18 de junio de 2015

Comprar las estrellas

Compraste una estrella, porque tu vida es oscura y necesitaba algo de luz.
Le pusiste mi nombre, pero sabes que yo no soy tuya, porque nunca podrás ver que las estrellas son libres.
No somos dueños de nuestro cielo, solo somos dueños de nuestro infierno...y si no sabes eso ya, eso significa que no me conoces tan bien.
Aún así te gusta pensar que me conoces, y sigues comprando estrellas.
Podrías comprar otra estrella, pero eso no te va a cambiar: sigues viviendo en la oscuridad...simplemente así eres.

Simplemente así eres.

Compras estrellas hasta que la luz de los cielos se haya extinguido.
Venimos solos y solos nos vamos a ir, y no importa cuánto te esfuerces, las estrellas siempre van a pertenecer al cielo.

martes, 16 de junio de 2015

No hay respuesta

"¿Acaso no te lo advertí?" me susurró una noche.
"¿De qué hablas?" respondí, aunque sabía exactamente a lo que se refería. Meses atrás algo había pasado entre nosotros, la típica historia de dos amigos que en una noche de copas se convierten en algo más. Pero él me lo advirtió, el me lo dijo justo después, "esto no significa nada, solo somos amigos", pero es que yo siempre pienso que puedo salirme con la mía, y pensé que tal vez él cambiaría, que tal vez en realidad sentía lo mismo que yo por él.
Pero cuando quise volver a verlo, cuando comenzó a ignorarme, supe que ya no volvería a hacer igual, porque una vez que cruzas la raya, ya no hay vuelta atrás.
"¿Por qué haces esto?", me dijo, y yo no supe qué responder. ¿A quién engañaba?, no podría hacerlo ni a mí misma, yo sabía que estaba enamorada de él desde el principio, pero...¿por qué es tan complicado?
"Tú mereces a alguien mejor, a alguien que esté para ti cuando lo necesites. Y yo, yo no voy a ser esa persona".
"¿Entonces por qué me besaste esa noche?", respondí. Los dos nos quedamos sin respuestas, yo estaba en silencio pero mi cabeza se nublaba con palabras, con ideas llenas de ilusiones, que justo en este momento estaban muriendo, porque viéndolo a los ojos me daba cuenta de que ninguna de esas ilusiones podría convertirse en realidad. Pero es que ahí estábamos de nuevo: en una playa, con algunas copas encima y nuestros amigos lejos de nosotros; estábamos solos pero aún así nos sentíamos rodeados de gente. Yo no quería llorar, no quería que se diera cuenta de lo mucho que significaba para mí aquello, de lo que había significado la primera vez que había puesto sus labios contra los míos, cuando sentí que era solo para mí. Sabía que no podría ver mis lagrimas porque estábamos lejos de las luces del pequeño pueblo, pero aún así, no quería llorar, pero cuanto más pensaba en eso, más propensa y vulnerable me sentía.
Y entonces me besó de nuevo, pero esa vez, tan tiernamente que un montón de lagrimas comenzaron a resbalar por mis rosadas mejillas. "¿Por qué haces esto?" dije yo, pero no obtuve respuesta.
Quizá simplemente no había respuesta alguna, quizá algunas preguntas no están destinadas a obtener una resolución....
Pero aquí estoy, tres días después, preguntándome aún.
¿Por qué hiciste eso?
¿Qué soy para ti?

Y no hay respuesta

domingo, 14 de junio de 2015

El Metro

Me perdí a mí misma un día mientras iba en el metro. Iba camino a verte y llevaba el vestido amarillo con flores naranjas, ese que tanto te gusta. Fui a la estación 4 y me puse a escuchar música mientras esperaba, recuerdo las canciones resonando en mis oídos, casi reventándome los tímpanos. Escuché a los Yeah Yeah Yeahs hasta que el vagón llegó. Me subí con cuidado; siempre había tenido un poco de miedo, tanto al bajar como al subir, porque creía que un buen día terminarían por aplastarme. Eran las 10.29 am y ya no había tanta gente como solía haberlo más temprano; logré sentarme en un asiento desocupado. Se subieron varios vendedores ambulantes; primero uno vendiendo dulces, después otros más que a veces sigo viendo. Las miradas en sus ojos no cambias; son las más tristes que he visto en la vida, como si hubieran perdido el sentido de la existencia. Recuerdo que a mi lado iba sentada una señora de aproximadamente 60 años, también traía un vestido y antes de bajarse, me sonrío. Es extraño como eso ocurre a veces: fue como si hubiera adivinado lo que iba a ocurrir y justo antes me envió una señal: sigue siendo positiva ante todo.
Camino a tu casa siempre escuchaba las mismas canciones, todas bastante alegres y una que otra que hablan de amor. Cuando aquello pasó iba escuchando "Hysteric" mientras mis labios se movían al ritmo de la canción.
Y entonces pasó; una avalancha de gente se subió de pronto, como si algo extraño hubiese ocurrido en la ciudad. Me asusté y miré alrededor, "¿qué pasa?" pregunté al chico de al lado, pero no obtuve respuesta alguna, solo una mirada perdida que reflejaba un miedo terrible. Todos tenían la misma expresión, pero conforme avanzábamos parecía que se iban calmando. De nuevo sus ojos encontraban la paz; estaban a salvo en el metro. Pero algo me decía que yo no estaba del todo bien, que algo me había ocurrido, me sentía extraña, como flotando.
Llegamos a la estación donde por fin me bajaría, y cuando quise hacerlo, no pude. Me llevé la sorpresa más grande de mi vida al verme a mí misma tanto afuera como adentro del metro: sí, ahí estaba mi cuerpo, cruzando las puertas del vagón, caminando como si nada extraordinario estuviera pasando, ¡Pero si yo aún estaba dentro!, ¿cómo era posible?, grité, trate de hablar con el mismo chico que estaba parado junto a mi, le dije, "¿qué está pasando?", pero no me contestó, así que lo tomé de los hombros, lo sacudí y le dije que por favor me ayudara:
-¡Mi cuerpo se fue!, ¡Ayúdame!
Pero no hizo nada, yo era invisible o eso parecía,
¿En qué me había convertido?, ¿qué era aquello?, ¿por qué mi cuerpo se había ido dejándome atrás?, ¿cómo se las arreglaría sin mí?, y la pregunta más importante, ¿qué era yo?, ¿un alma?, ¿un fantasma?

Me perdí a mí misma un día mientras iba en el metro.
Esperé y esperé pensando que tal vez mi cuerpo regresaría, que tú tal vez saldrías a buscarme cuando te dieras cuenta de que algo estaba mal conmigo, de que no estaba completa: había una parte de mí vagando por ahí.
Pero cuando el tiempo pasó y memoricé por completo esa ruta del metro, cuando el sonido dejó de parecer nuevo y se volvió completamente familiar, cuando vi todos los rostros de la ciudad pasar por ahí, terminé por rendirme, dejé de esperar. Porque si ni yo misma podría encontrarme, entonces ¿quién lo haría?

viernes, 12 de junio de 2015

No más de lo mismo

Como es que a veces es tan complicado hacernos a la idea de que alguien simplemente no es el indicado. Como esta idea resuena en nuestras cabezas, como la más sana, la más "decente", pero decidimos instantáneamente ignorarla, como diciendo "no me importa, yo puedo hacerlo".
Es patético, porque según yo, sabemos de inmediato si un chico es bueno para nosotras o no, y sabemos si salir con él llegará a algún lugar.
Y podemos elegir, a veces, seguir la corriente y fingir que tenemos sentimientos por alguien que simplemente no encaja con lo que queremos, pero por el contrario, a veces nos hacemos ideas estúpidas, pensamos una y otra y otra vez, ¿podía ser?
Y es horrible, porque verdaderamente es una tortura ir por la vida preguntándonos si las cosas van a funcionar al final del día. Ponemos empeño  y dedicación en algo que a veces resulta completamente desastroso en un instante. ¿Y acaso vale la pena? no lo sé. Creo que nunca lo voy a saber.
Arriesgar demasiado, comprometerse demasiado, y obtener nada a cambio, eso pasa.
Estoy muy cansada, porque lo que quiero es simple y aun así no lo tengo. Me gustan los chicos que no deberían gustarme, y los que deberían gustarme me aburren totalmente.
¿Es tan difícil? ¿Tengo estándares demasiado altos?
No sé cuántas veces me hecho estas mismas preguntas, a esta misma hora, siempre antes de irme a la cama, siempre peguntándome, ¿y si termino sola...?
Y luego me digo, ¿y acaso no eres lo suficientemente buena para ti misma?, ¿qué más necesitas?
Y luego suspiro y recuerdo un nombre en particular y me pregunto qué está haciendo ahora mismo.
Está bien, sé que está bien.
Tengo que quitarme el montón de ideas que me metí en la cabeza hace cuatro años. esas que decían que tal vez podría haber encontrado al indicado.
Una vez, hace más de cuatro años, una profesora de psicología nos dijo en una clase, "Y saben, yo estuve enamorada  a los 18 años, y me engañaron, y yo lo quería...pero un día entendí que no porque te acostarte con alguien significa que le aguantes todas sus pendejadas".
Y yo no le puse mucha atención en el momento, pero años después, esa frase resonó por mi cabeza por muchos días, semanas, meses. Y yo quería hacerle caso, pero no podía.
Porque esta idea, esta, de que al primer hombre de tu vida es el indicado resonaba por todo mi ser y no me dejaba dormir.
Y tomó mucho tiempo entenderlo, pero creo que ya, aquí está. No más.
No más de lo mismo.
Ya no.

domingo, 7 de junio de 2015

K

Esta es la historia de una de mis mejores amigas.
Bueno, no toda su historia, solo una pequeñita parte. 

K siempre fue muy sociable, inteligente y bonita.  Nos hicimos amigas cuando éramos pequeñas, su abuela me cuidaba después de salir de la primaria, compartíamos secretos y yo vi cómo muchas veces su mamá la maltrataba tanto física como verbalmente. Cuando estábamos en la secundaria fuimos las mejores amigas: yo iba a su casa casi a diario, pero estábamos creciendo y eso significaba que estábamos tomando también caminos diferentes, teníamos 14 años cuando K perdió su virginidad con su primer novio, yo a los 14 años apenas y había besado a un chico y ya me sentía culpable. K siempre hacia las cosas de manera apresurada, quería tener una vida estable, lejos de su mamá con la cual no se llevaba bien, quería ser feliz, así que se mudó a casa de su abuela donde hacía lo que ella quería: podía llegar hasta altas horas de la noche, podía meter a chicos ahí, podía hacer fiestas, podía divertirse. 
K y yo nos separamos porque yo entré a la preparatoria, ella entró a una diferente, pero no la terminó. Yo nunca le pregunté por qué, ella siempre dijo que quería ser actriz. Consiguió algunos empleos después de dejar la escuela: cuidaba algunos negocios, vendía cosas, era mesera. 
De vez en cuando yo sabía de ella porque tenemos muchos amigos en común, y porque en un pueblo tan pequeño como mi pueblo natal, todo se sabe. 
Y un día, cuando menos lo esperaba...se embarazó. Y con eso dijo adiós a su vida llena de excesos y diversión, pero solo por un pequeño tiempo. 
El papá de su hijo es un vendedor de drogas, y yo no supe esto hasta hace un tiempo, y cuando lo supe no me sorprendió, pero pensé, "ojalá no le pase nada malo". 
Y hasta ahora todo le ha resultado bastante bien: tiene la misma libertad que tanto disfruta, pues no vive con el papá de su hijo, cada quien tiene su vida y son felices así. Tiene el poder de salir de fiestas cuando quiera, pues deja a su hijo al cuidado de otras personas. Tiene dinero, mucho dinero que obtiene del papá de su hijo. Tiene una buena vida...

No sé a qué quiero llegar. Tal vez solo conté esto para terminar diciendo que me alegra mucho que le haya ido bien, pero claro, estar con un hombre con el que ella está involucrada es peligroso. 
Me pregunto si una vida llena de lujos pero de igual manera llena de peligros vale la pena ser vivida.
A mí me parece que todo lo que tiene se podría desvanecer en un segundo...
Pero, ¿Acaso no estamos todos en la misma situación?