martes, 29 de agosto de 2017

Secretos



Sabía que si salía con ella las cosas iban a ser complicadas, porque para empezar, ella era la chica más deseada del colegio y yo lo sabía por las miradas en los pasillos, por las risitas que compartía en todo momento, por lo rumores que se expandían como la pólvora.
Pero aún así me decidí a invitarla a salir un lunes por la mañana, justo cuando el timbre estaba por sonar y todos se apresuraban a la puerta de sus salones. Llevaba enamorado de ella desde el momento en que mis ojos la vieron; era perfecta, era una mezcla entre el físico perfecto y personalidad perfecta, ella siempre sabía qué decir, podría hacerte reír por horas, y era tan inteligente como divertida. ¿Qué más podía pedir un chico?, pero es que todo el mundo le rogaba por una simple cita, le rogaban incluso por atención, una mirada tan siquiera.
Y ahí estaba yo, caminando por el pasillo con la esperanza intacta y unas gana inmensas de salir corriendo en la dirección opuesta. Pero cuando me sonrió, supe que no podía acobardarme.
-Déjame adivinar -dijo ella aún con una sonrisa -quieres pedirme que salga contigo.
Y en ese momento mi corazón se encogió por completo, ¿iba a ser rechazado así de rápido?, supongo que mi cara se volvió una mezcla de desilusión y tristeza en ese momento, porque ella me miró divertida y luego dijo.
-La respuesta es sí, -y volvió a sonreír -sí quiero salir contigo Andrik.
Se dio la vuelta y entró a clase, y yo me quedé ahí, parado en medio del pasillo pidiéndole a mi cuerpo que por favor respondiera.


Salimos y en algún momento nos volvimos inseparables, pero aún así, yo notaba cómo todos no podían apartar su mirada de ella, y cuando me encontraba solo por los pasillos, las risas y cuchicheos no me dejaban en paz. Sabía que la gente hablaba. Un día me llegaron rumores de que había otro chico -el más popular de la escuela, que también estaba saliendo con ella, e incluso ya se habían besado.
Decidí hacer lo correcto y preguntarle.
-Sofia, ¿es verdad lo que dicen?, ¿quieres a ese chico?
Pero ella se empeñó en decir que no, que jamás había salido con él, y que dejara de escuchar los estúpidos rumores.
-¿Me quieres a mí? -le pregunté entonces.
-Eres el único al que quiero -dijo, y luego se fue.


Una y otra vez, los rumores no paraban de llegar hasta mí, sobre todo cuando estaba solo, la gente aprovechaba para llegar a decirme cosas inimaginables acerca de Sofia, y ella siempre se empeñaba en negarlo todo.
Para tranquilizarme, me decía a mí mismo que ella no sería capaz de hacerme algo así, además, casi la mayoría del tiempo estábamos juntos; después de la escuela siempre iba a su casa o ella a la mía, o íbamos a ver películas o a comer. Pero algo dentro de mí me decía que no confiara en ella.
Un día después de cenar en su casa, me dijo algo que me llenó de emoción:
-Mi mamá no llegará hoy a dormir, ¿quieres quedarte conmigo y hacerme compañía?
-¿Quieres decir que vamos a...? -no me dejó terminar la frase porque me tomó de la mano y me besó tan apasionadamente que creí que todo a nuestro alrededor ardía.
Me llevó hasta su habitación y se quitó la ropa mientras yo la observaba, impaciente y a la vez atónito. ¿Qué haría?, ¿qué clase de suerte debía de tener para estar en presencia de la chica más hermosa desnudándose delante de mí?
Luego llegó mi turno y me quitó la ropa casi como una fiera.
-Espera -le dije -¿estás segura? -pero no respondió, solo me tiró fuertemente hacia ella y no me quitó las manos de encima en ningún momento.
Estuvimos abrazados y todo parecía perfecto, no había imaginado que aquello pasaría, pero había sido increíble.
Pero luego comencé a pensar en todas las pequeñas mentiras que ella decía de vez en cuando y que creía que no me daba cuenta.
Todo parecía perfecto, y hubiera podido mantenerse de esa manera, pero tuve la brillante idea de volver a preguntar acerca de los rumores.
-Tu mejor amiga también dice que es verdad -comenté.
Y ella no dijo nada, ni siquiera se defendió.
-¿Dónde estuviste ayer en el primer periodo? -insistí.
-En clases, por supuesto.
-Fui a tu salón y no estabas ahí Sofia... -me aparté un poco de ella, solo lo suficiente para mirarla a la cara.
-Andrik, vamos a dormir -y acto seguido cerró los ojos y no los volvió a abrir.


A la mañana siguiente me levanté de la cama y fui hasta su buró donde le dejé una pequeña nota.
Era sábado, por lo que no tenía que ir a la escuela ni hacer nada, lo único que hice fue llegar a casa a ver la televisión.
Sabía que el lunes los rumores serían diferentes, sabía que el lunes todos estarían hablando de mí y de lo tonto que había sido.
Pensé en el día en que me atreví a ir hasta ella con la intención de invitarla a salir, y me arrepentía del todo.
Miraba mi teléfono de vez en cuando, esperando al menos un mensaje, una llamada, una respuesta, una señal...pero nada.
Esperé todo el día enfrente de la televisión, pero Sofia nunca me habló ni apareció por mi casa.
Me fui a la cama con la sensación de tristeza invadiendo todo mi cuerpo. Recordaba como la noche anterior todo había sido perfecto hasta el momento en que ella se durmió, yo ni siquiera había podido conciliar el sueño, pasé en vela la noche entera solo para acabar destrozado.
Así que cuando la mañana llegó, hice lo primero y único que se me ocurrió: dejarle una nota.
"Hablas mientra duermes, y finalmente dijiste la verdad."

lunes, 28 de agosto de 2017

The Love Club X

Talía estaba en casa, a punto de ponerse la pijama cuando se le ocurrió una idea. Llamó a Tefi y después a Mauricio, y cuando se hicieron las 9 pm, tomó las llaves de su carro y salió de su casa.
Primero pasó por Mauricio.
-¿Cómo estás? -le dijo él.
-Pues, lo mismo de siempre.
-¿Tú y tu novio siguen con problemas?
Y ella no respondió, se quería sacar a su novio de la cabeza un rato, por eso fue que les llamó a ellos, porque sabía que si buscaba un rato de diversión, ellos serían la respuesta. Y por supuesto que esa noche no quería responder preguntas.
Tefi ya estaba esperándolos afuera de su casa.
-¿A dónde vamos? -preguntó en cuanto se subió al auto.
Y pronto estuvieron en la carretera, viajando al pueblo más cercano.

En el camino, Mauricio contó la historia de cómo una pareja se había peleado el fin de semana.
-Lo que pasa es que finalmente se enteró de que su novia de toda la vida es bisexual.
-¿Cómo? -respondió Tefi -¿No sabía?
-Es lo mismo que dije yo -dijo Mauricio -todo el mundo ya sabía, ¿cómo no podía saberlo él?
-¿Y qué pasó? -preguntó Talía.
-Lo de siempre: él la dejó sola en la fiesta en donde se pelearon, y se fue a emborrachar a otro lado.
Tefi se quedó pensativa, luego agregó:
-A fin de cuentas, si eres un chico y te engañan otro chico, creo que eso debe doler menos a si te engañan con una chica, ¿no?
Nadie respondió.

-¿Tienen hambre?, vamos a cenar -dijo Mauricio en cuanto llegaron a su destino.
Escogieron un restaurante de comida mexicana y para sorpresa de Talía, ni Tefi ni Mauricio estaban con ánimos de beber alcohol.
-¿Qué les pasa? -les preguntó. Pero ellos solo la miraron divertidos.
-Estamos siendo responsables, y tú también tienes que serlo, porque vas a manejar -dijo Mauricio.
Mientras comían hablaron de un montón de cosas, la plática fue de un lugar a otro durante toda la noche, hasta que comenzaron a hablar de una conocida.
-¿Te sabes la historia de por qué no me habla? -le preguntó Mauricio a Tefi y ella negó con la cabeza -resulta que un día le dije que su novio era bisexual y se estaba acostando con un chico, le dije "¿cómo puedes dejar que le saque la mierda a él y luego te la meta a ti?", y desde entonces no me habla.
Todos rieron, pero en el fondo, se sintieron tristes por la chica.
-Escuché que un día él la persiguió por la calle con un machete, además de bisexual es drogradicto -agregó Tefi.
-Pues creo que la bisexualidad está de moda -dijo Talía -miren al homosexual más famoso de nuestro pueblo: se la pasa pagando a los chicos para acostarse con ellos, ¡y ellos aceptan!, creo que incluso a uno le compró una moto y le paga la escuela.
Tefi miró divertida a Mauricio y le preguntó:
-¿Te acostarías con un chico si te pagara?
-Depende de cuánto estemos hablando -respondió, y todos rieron.

martes, 22 de agosto de 2017

Directo al sol

*Cuento inspirado en Straight into the fire - Zedd*

Recordaba a la perfección el día en que el sol había dejado de brillar. Lo habían anunciado en la noticias, estaba en el internet, en la televisión, en los anuncios por la calle; estaba por todos lados. Y la gente no creía, recordaba como todos decían “no va a pasar, no puede ser posible”, pero él tenía miedo. Por las noches se acostaba en su cama y rezaba justo como le había enseñado su abuela tiempo atrás, pero ni siquiera eso lograba calmarlo. Era entonces cuando su madre entraba a la habitación para apagar la luz.
-Mamá –decía él entonces -¿es verdad?
-Cariño, el sol no puede apagarse –le respondía ella, y luego lo besaba en la frente y apagaba la luz.
Y cuando finalmente el día llegó, todos salieron a la calle y voltearon al cielo, sus cerebros les decían que jamás sería posible, pero sus corazones sentían miedo. Él lo recordaba a la perfección, porque ese día había ido a la escuela y no había podido concentrarse en ninguna de sus clases, sus profesores temblaban de miedo mientras veían por la ventana, y al final, cuando la campana sonó, todos salieron corriendo para ser recibidos por sus padres, él aguardó un rato en la puerta de salida, pero su mamá nunca apareció, así que se fue a casa caminando y preguntándose si algo habría pasado. Evitaba a toda costa mirar el sol, no quería sorprenderse y además estaba aterrado. Llegó a casa y su madre estaba embobada viendo la televisión.
-Mamá, no fuiste por mí a la escuela.
Pero ella no contestó, solo hizo un gesto con la mano indicándole que se sentara.
-¿Tienes miedo? –le preguntó él, y de nuevo no obtuvo respuestas.

En aquel entonces apenas tenía 8 años, y no entendía nada acerca de la astronomía. No sabía nada acerca de estrellas y constelaciones, pero justo como los demás niños de su generación: la generación sin luz solar, se entusiasmó con la idea de obtener respuestas, con la idea de hallar la manera de volver a encender la estrella gigante, porque a fin de cuentas, si no lo hacía, si alguien no hallaba pronto una manera, todo se terminaría por congelar y morir..
Ahora tenía 16 años y ya estaba a punto de terminar la universidad, siempre había sido un “pequeño geniecillo”, como lo llamaba su mamá y conocidos, pero nunca imaginó que las cosas ocurrirían tan rápido para él.
Aún recordaba como todos se habían ido a dormir el día que el sol se debió de haber apagado, todos riéndose de los estúpidos astrónomos que habían pronosticado aquella catástrofe para la tierra, pero en el fondo, todos sintieron un gran alivio cuando el sol siguió brillando con intensidad.
-Todo estará bien –le dijo su mamá, antes de apagar la luz –ya puedes dormir en paz, mañana todo estará normal.
Y en efecto, él cerró los ojos y se durmió enseguida, sobre todo porque estaba agotado después de pasar todo el día mirando la televisión en espera de que algo pasara.
Pero a la mañana siguiente ni él ni su madre se levantaron a tiempo, y cuando finalmente lo hicieron, creyeron que aún era de noche y siguieron durmiendo.
Hasta que de repente su cuerpo sintió que algo andaba mal, sentía que ya había dormido bastante, y aun así, cuando abrió los ojos todo lo que pudo ver era una oscuridad total.
Fue hasta el cuarto de su mamá, y cuando abrió la puerta la encontró acostada, con los ojos abiertos y lágrimas silenciosas que no paraban de recorrerle las mejillas.

“Esto es el fin del mundo”, es lo que todos decían, una y otra vez, en las calles, en las noticias, en la escuela incluso. Porque el presidente decía que todos los científicos y astrónomos estaban trabajando arduamente para encontrar la solución, de alguna manera, harían que el sol volviera a brillar. “Construiremos otro sol, de ser necesario”, decía, “así que no se alarmen, y sigan su vida normal, es cuestión de tiempo para que todo vuelva a la normalidad”
Pero una vez que el sol se apagó, su vida comenzó. En las escuelas todos los niños querían volverse astrónomos, y él no era la excepción. Quería hacerlo sobre todo para que su mamá volviera a ser la misma de antes, aquella que iba a apagarle la luz cada noche y con la que podía pasar horas viendo la televisión. Ahora ni siquiera dejaba la cama, excepto para ir al baño de vez en cuando, y el temía que un día ya ni siquiera se levantara para eso. Cosa que eventualmente ocurrió.
Pronto sus profesores se dieron cuenta de su habilidad para las matemáticas y lo mandaron al programa federal que habían creado cuando el sol se apagó. Se trataba de chicos excepcionales que mostraban dotes matemáticos y que además, estaban interesados en la astronomía.
8 años después, estaba a punto de terminar la universidad, y sabía que su tesis sería la respuesta a los problemas de la humanidad: pronto, el sol volvería a brillar y él sería un héroe.

Lo habían intentado todo y él lo sabía: hubieron demasiados antes que él, todos increíblemente seguros de que tenían la respuesta al gran misterio del sol, y todos y cada uno de ellos fracasaron y nunca más volvieron a hacerse escuchar. Su voz quedó en las tinieblas, al igual que el sol.
Pero él no sería uno de ellos, no ahora que el gran día había llegado y estaba ahí, delante de las mentes más brillantes, los hombres y mujeres que estaban dispuestos a hacer lo que sea y probar cualquier proyecto que tuviera sentido.
Cuando terminó de hablar todos lo veían con asombro. “Por fin”, pensó, “el sol volverá a brillar y este invierno sin fin acabará, el sol brillará de nuevo y tendré  a mamá de vuelta.”
-Lo siento, Mati –le dijo El Hombre, el más poderoso y encargado de que los proyectos se llevaran a cabo –Tu tesis no tiene sentido alguno, hijo. -Así que haznos un favor a todos y sal de esta habitación.
Y dicho eso, todos se dieron la vuelta y con eso, su momento se acabó. Sabía que no habría segundas oportunidades, pero también estaba convencido de que su proyecto era la solución, él estaba en lo correcto, y de alguna forma, lo demostraría.
Salió de la habitación y se fue directo a casa, le contó lo ocurrido a su mamá, que seguía postrada en la cama, pero ella no hizo el más mínimo gesto ni trató de consolarlo.
-Quizá sea hora de aceptarlo –dijo él casi murmurando –no podré salvarte ni a ti ni al sol.

Por casualidad, uno de los Rechazados leyó la tesis de Mati y sus ojos se llenaron de emoción, en realidad no entendía del todo a lo que se refería, pero quería hacerlo, así que tomó el teléfono y pronto ambos estuvieron en la misma habitación.
-Me parece brillante –le dijo a Mati, al final de su explicación. –El único inconveniente ahora, es encontrar la manera, pero, amigo, me parece brillante.
Pronto, más y más Rechazados supieron de alguna manera u otra acerca del proyecto y comenzaron a trabajar sin parar. Sin embargo, Mati parecía extremadamente desanimado la mayoría del tiempo.
-¿Qué pasa? –le preguntaban casi a diario. -¿No estás emocionado?, ¡salvarás al mundo!
-No me interesa salvar al mundo –respondió, sorprendiéndolos a todos; -a la única que quiero salvar es a mi madre, porque desde que el sol se apagó, es como si la oscuridad viviera dentro de ella y se propagara aún más, incluso creo que me está alcanzado.
Nadie dijo un comentario más, todos se fueron a casa con una sensación de tristeza y desánimo.


Recordaba a la perfección el día en que el sol se apagó porque su mamá se había apagado también. Y mientras se iba a la cama, no podía quitarse la sensación de que algo no estaba encajando. Sentía que algo de lo que había dicho lo estaba persiguiendo tratando de decirle algo. Pero aún no lograba descifrar qué.
Esa noche soñó con el día en que presentó su tesis.
“Permítanme explicarles” decía emocionado, “hasta ahora, todos ha intentado prácticamente lo mismo, todos creen que la respuesta es mandar alguna fuente que haga arder al sol de nuevo, pero yo creo que ahí radica el error”, todos lo miraban expectantes, “la respuesta no es la luz, la respuesta es la oscuridad” dijo finalmente, esperando alguna señal de aprobación.
“¿Estás diciendo que debemos mandar oscuridad al sol para que vuelva a brillar?” le respondió El Hombre.
“Así es”
“Pero eso no tiene ningún fundamento científico muchacho, no te hemos dado una educación de primera durante los últimos 8 años para que vengas aquí a decirnos que crees que por arte de magia mandaremos oscuridad al sol y él volverá a brillar”
Nadie dijo nada durante un buen rato, hasta que finalmente El Hombre rompió el silencio.
“Mati, haznos un favor y vete ya.”

A la mañana siguiente se despertó y todo parecía aún más oscuro. Quería ir a ver a su mamá, que seguramente necesitaría de su ayuda urgentemente, pero no tenía ánimos para levantarse. Los chicos Rechazados le llamaron una y otra vez, pero él no quería contestar.
Hasta que finalmente llamaron a su puerta una y otra vez. Y como Mati no abría, ellos decidieron abrir.
Eran 3 chicos y todos sintieron un vacío increíble en cuanto entraron a la casa. Todo ahí era oscuridad pesada y fría, casi tangible. Entraron al cuarto de la madre y entendieron entonces a lo que se refería Mati cuando les dijo que su mamá lo estaba contagiando de oscuridad. Uno de los chicos fue hasta el cuarto de Mati y le dijo:
-Entendemos todo ahora, y lamentablemente creemos que hemos encontrado la manera.
Pero Mati no respondió, tenía los ojos abiertos, al igual que su madre, pero dentro de ellos ya no había una sola señal de luz.
-Vamos a enviarte al sol, finalmente vas a salvar al mundo Mati, y finalmente tú y tu madre estarán de nuevo unidos –fue lo último que dijeron.


Años después, una pequeña niña miraba directamente al sol en un día de verano.
-¡No debes hacer eso! –la reprendió su madre.
-¿Por qué el sol brilla tan fuertemente mamá?, ¿es verdad que un día se apagó?
-Sí pequeña, un día el sol se apagó y sabemos que podría apagarse de nuevo en cualquier momento. Es por eso que no debes mirarlo directamente: porque para mantenerlo ardiendo mandan a todas las personas que están llenas de oscuridad, eso es lo que lo mantiene vivo. Y si tú lo miras directamente podrías contagiarte.
-¿Cómo aquel chico que se contagió por mirar demasiado y no volvió a la escuela?
-Así es pequeña, así es. 
Y dicho esto, la tomó de la mano y se fueron a casa, sintiendo el sol ardiente arriba de ellas. 

lunes, 21 de agosto de 2017

The Love Club IX

Un día Tefi y Mauricio estaban juntos viendo una serie cuando recibieron un mensaje de Talía: “mi novio y yo estamos enojados”, ambos se miraron, como diciendo –otra vez, y no le dieron importancia.
-¿Qué pasó contigo y tu ex? –le peguntó Tefi a Mauricio.
-¿Qué pasa de qué?
-Ya sabes, todo el mundo habla de eso.
Pero Mauricio no quería hablar, hizo como que no la escuchaba y continúo viendo la serie y comiendo palomitas, estaba harto de que la gente siempre le preguntara por su ex. Todos conocían a la perfección la historia: él y su ex tenían un récord en romper y regresar, pero hasta ahora, habían pasado meses y nada, su promesa seguía en pie: no regresaría con ella bajo ninguna circunstancia, no importaba cuánto le rogara. Pero todos parecían estar en contra de él, y los rumores no paraban de circular, decían que su ex estaba saliendo con otro chico solo para darle celos, y no pasaba un día sin que alguien se lo mencionara.
-Y tú –dijo de repente Mauricio, saliéndose de sus penamientos -¿Cuándo pensabas decirme lo que hiciste?


Jen y Karla estaba a punto de entrar a la universidad, por lo que los miembros del Club se reunieron para celebrarlas y de paso, tomar uno tragos.
-Solo falta Talía para estar completos –decía Jen.
-Todos van a pedir tragos y vamos a tomar hasta vomitar –dijo Mauricio, mientras le hacía una seña al mesero.
Una vez que todos tuvieron alcohol en sus manos, Tefi dijo:
-Vamos a jugar, ¡nunca, nunca! –todos aplaudieron. -¡Queremos emborrachar a Tomás!, ténganlo en cuenta –y lo señaló, Tomás solo sonreía y se preguntaba cómo rayos se libraría de aquello. Había sido amigo de Tefi desde hacía más de un año, y aún no lograba descifrar cómo rayos había ido a parar al Club.  Pero ahí estaba, y pregunta tras pregunta, el alcohol iba entrando a sus venas y se sentía más y más relajado.
-Ya basta, bailemos –gritó.
Mauricio subió la música a todo volumen y todos se pararon a bailar.
Tefi se alejó un poco y le llamó a Talía, pero lo único que escuchó fue la voz del contestador.


Talía fue al día siguiente a casa de Tefi, quería hablar con alguien y no podía esperar más. Llegó inesperadamente, y como sospechaba, encontró a Tefi viendo una serie mientras escribía mensajes en su celular.
-¿Qué pasa?, nunca me visitas sin avisar.
Se miraron, y en un instante Tefi pudo ver toda la tristeza acumulada en los ojos de Talía. La invitó a que se sentara, y ambas se miraban esperando a que la otra tomara la palabra. Tenían demasiado qué decirse.
-Yo…-empezó Talía –creo que tengo algo que confesarte –y miró a Tefi expectante, como esperando a que dijera algo, pero como se mantuvo en silencio, continúo: -la otra semana, cuando me contaste lo que habías hecho, en realidad, mi novio también lo hizo; conmigo.
-¿Qué estás diciendo?
-Sí, estoy diciendo lo que crees, mi novio besó a otra chica.
Tefi no dijo nada, no podía asimilar aquella información, no viniendo de los labios de Talía, porque recordó que cuando era soltera y apenas se conocían, le dijo que jamás toleraría algún engaño por parte de los chicos, que a la primera que le hicieran, los mandaría a la mierda, y ahora estaba ahí, confesándole que su novio la había engañado y ella seguía con él.
-¿Y lo perdonaste? –preguntó Tefi, aunque ya sabía perfectamente la respuesta.


Tefi y Mauricio salieron un sábado por la noche con un amigo de la infancia, fueron a tres bares seguidos y terminaron yendo a la playa cuando casi eran las 4 de la mañana,  estaban tan borrachos que apenas y podían hablar.
-¡Vamos a meternos al mar desnudos! –decía su amigo, y Mauricio le siguió el juego, pero Tefi se quedó acostada en la arena, viendo las estrellas. Sentía que todo le daba vueltas.
Un rato después, su amigo y Mauricio regresaron.
-Tefi, ¿es verdad que ahora tienes novio? –le preguntó su amigo.
-Yo no tengo novios –respondió, y a pesar de que no podía ver la cara de Mauricio, sabía que él estaba dedicándole una de sus miradas llenas de sarcasmo.
-Todo el mundo está enamorado de ella –dijo Mauricio –y resulta que ni siquiera puede tener una relación. A la primera señal de que alguien la quiere enserio, se va a coger con otros.
Y Tefi no dijo nada, pero aprovechó que los demás no podían ver su cara para llorar sin pena.
-Qué lástima –dijo su amigo, y le dio una palmadita a Tefi, que seguía llorando.
-Quiero irme a casa, llévame a casa –le dijo a Mauricio.
Se levantaron, su amigo se fue y Mauricio la tomó de la mano y no la soltó hasta que llegaron a su destino.
-Tienes que decir la verdad, lo sabes, ¿no? –le dijo él y ella no dijo nada, pero las lágrimas no dejaban de llegar.

jueves, 17 de agosto de 2017

Los chicos serán chicos

El fin de semana pasado me reuní con mi amigas de la universidad, hablamos y nos dijimos todo aquello que ha acontecido en nuestras vidas desde nuestra última reunión (que no recuerdo ni cuándo fue). La mayoría de mis amigas están casada o tienen hijos, y solo yo y M estamos solteras y sin compromisos, por lo que llegamos antes que las demás y nos fuimos después.

Me contó acerca de su novio, con el que ha estado terminando y volviendo desde principios de año.
-Y, ¿cómo es? -le pregunté.
Y rápidamente sacó su celular para enseñarme una foto.
-Oh, se ve grande -dije sorprendida -O supongo que es porque a mí solo me gustan menores que yo.
Y ambas reímos, y luego me dijo que el chico tiene casi 30 años y me sorprendí, debió ser porque no me veo a mí misma con alguien de esa edad. Y fue entonces que comenzó a contarme acerca de cómo han estado teniendo alguno que otro problema y por eso han terminado y regresado en varias ocasiones.
-Lo conocí en el trabajo -comenzó - Ah, y tiene una hija.
Entonces la miré como diciendo ¿en serio?, pero no dije nada, ella solo sonrío.
-Lo que pasa es que una vez lo invité a una comida familiar y me dijo que no quería ir porque él en realidad no quería algo serio, y yo le dije que si lo invité fue por cortesía, yo nunca le di a entender que lo quería presentar a mis papás, ya sé cómo es. -hizo una pausa y me miró seria. -Obviamente no quería decirle a mí familia que era mi novio. Y total que estuvimos sin hablarnos por bastante tiempo, y luego me dijo que quería decirme algo, pero nunca se animó, y al final le mandé un mensaje diciéndole que se necesitaban huevos para terminar con alguien.
Me reí bastante, porque conociéndola, seguramente no estaba mintiendo ni exagerando la situación.
-Luego regresamos y un día se puso borracho y comenzó a insultar a todo el que se cruzara en su camino, y le dije que yo no iba a estar perdonándole todo lo que hiciera, así que pedí un taxi y me fui a mi casa.
-¿Y?
-Pues, hace 15 días que regresamos.

Y no dije nada, pero me puse a pensar en lo parecido que este chico de -casi 30 a los chicos de -menos de 20 con los que salgo.
¿Por qué?
¿Es acaso que los hombres no maduran?
¿O será que siempre escogemos a los -no indicados?

-Al parecer, tu chico y mis chicos son bastante similares, a pesar de la diferencia de edad.
-Los chicos siempre serán chicos -dijo ella, y me dirigió una sonrisa que no supe interpretar.

lunes, 14 de agosto de 2017

Manhattan


Se despertó y fue directamente al lavabo, donde trató de evitar a toda costa el verse al espejo.
Él todavía estaba en la cama, dormido boca abajo, y roncaba levemente. Pasó a su lado con cuidado, tratando de no despertarlo, y luego pensó en lo que había hecho y se le encogió el corazón, pero no se permitiría llorar, a fin de cuentas, ella lo había decidido, nadie la obligó.
Afuera estaba lloviendo a cántaros. Levantó la mano esperando a que un taxi se parara mágicamente. Se sentía un poco como Carrie Bradshaw y sonrió, luego, volteó la vista y ahí estaba, el hotel no se había ido a ningún lado, y con él, los recuerdos la atormentarían para siempre.
Las gotas de lluvia le mojaban un poco la cara, por lo que aprovechó y lloró tranquilamente, pues nadie se daría cuenta.

El camino al aeropuerto le pareció eterno. El chofer había querido sacarle un poco de plática pero ella iba completamente perdida en sus pensamientos. No lograba entender del todo porque había hecho aquello, pero quizá una parte de ella había muerto la noche anterior, y no la podría recuperar nunca.
Recapituló como había pasado: había llegado a Manhattan con el único propósito de visitar a su familia, pasaría un fin de semana alejada de su esposo y su hijo, y hasta cierto punto, se sentía aliviada de poder darse un respiro. No es que odiara su vida, al contrario: amaba a su esposo y su hijo se convirtió rápidamente en el amor de su vida, pero había algo dentro de ella que le decía que tenía demasiado por vivir aún.
Así que hizo lo que tenía que hacer, salió con algunos miembros de su familia, convivió, sonrió siempre y no se quejó, aún cuando la llevaron a uno de esos restaurantes caros que tanto detestaba.
Una de sus primas le dijo de repente:
-Deberíamos salir, mis amigas y yo vamos a El Bar en un rato, ¿vienes?
Y la verdad es que ni siquiera tuvo que pensar demasiado, a pesar de que su prima era bastantes años menor que ella, su cuerpo y alma le pedían a gritos que dijera que sí. Y así lo hizo.

En su maleta apenas y había un cambio de ropa, así que cuando tuvo que decidir qué ponerse, optó por salir a la calle y mirar los aparadores de las tiendas, quién sabe, quizá encontraría algo.
Estaba en uno de esos puestos de hot dogs baratos, y ella sentía su mirada pero ni siquiera volteaba a verlo de vuelta. "Lo siento, soy casada", pensó. Y siguió caminando, pero un rato después, cuando salió de la tienda, con un vestido elegantemente envuelto, ahí estaba él de nuevo, esperándola, casi como un cazador que espera a su presa. Sonrió, y entonces ella se dio cuenta de lo hermoso que era: debía tener por lo menos 6 años menos que ella, y de repente se sintió una anciana.
No quería seguirle el juego, por lo que fingió que alguien le llamaba por teléfono mientras pasaba a su lado.
-El viejo truco de fingir que hablas por teléfono no funcionará conmigo -dijo él, mientras su sonrisa coqueta no se borraba ni por un instante de su rostro.
Ella cayó entonces, se saludaron y quedaron de verse en el Bar. En ningún momento mencionó a su esposo, incluso se encontró a sí misma tratando de esconder su anillo de bodas. Sabía que él lo había visto, pero fingió y solo siguió sonriendo.

Parecía una adolescente mientras se ponía el vestido que acababa de comprar, y aunque nunca lo admitiría, lo compró pensando en lo mucho que disfrutaría cuando las miradas de los hombres se posaran en ella. Nunca antes había tenido ese tipo de comportamiento, pero al parecer, Manhattan tenía algo, una especie de poder sobre ella, y ahora, lo que más la emocionaba era saber que el chico la iba a estar esperando, que estaría ansioso por volverla a ver.
Estaba a punto de salir del cuarto para encontrarse con su prima, con la adrenalina recorriendo sus venas, cuando su teléfono comenzó a sonar, vio el nombre en la pantalla y se quedó congelada: era su esposo.
-¡Hola!
-...
-¡Claro que te extraño!
-...
-También te amo.

En cuanto colgó el teléfono sintió como desaparecía una pequeña parte de ella, todos sus sentimientos se iban y solo quedaban las ganas de ser aquella que se vería con un chico menor en El Bar.
Su prima no dijo nada, la ignoró por completo una vez que llegaron al lugar y se topó con un chico, según le explicó:
-Estuvimos saliendo algún tiempo, y creo que esta es mi oportunidad para volver a quedar con él, ¿no te molesta que me pierda un rato verdad?
Y ella dijo que no con la cabeza, mientras pedía otro trago. Se estaba desesperando, habían acordado que se verían a las 11 pm, y ya casi eran las 12, y no había señales de él.
El Bar estaba atascado, con dificultad podía distinguir a una que otra persona conocida, de repente llegaban chicos a saludarla y ella no les hacía caso, su mente solo podía pensar en alguien, y si ese alguien no aparecía en 20 minutos ella se iría decepcionada.
Volteaba constantemente a la puerta, cuando de repente alguien le dijo al oído:
-Perdón por llegar tarde -y cuando le mostró su mejor sonrisa, ella se olvidó del tiempo que lo estuvo esperando.

La noche se le hizo eterna, veía todo alrededor moverse demasiado deprisa, y aún así, las manecillas de su reloj parecían avanzar a una velocidad que no lograba comprender.
-Salgamos de aquí -le dijo de repente al chico, y en realidad no sabía de dónde había sacado la fuerza para decir aquello, de nuevo sentía que no era ella misma. Él la tomó del brazo y mientras salían, ella se quitó discretamente su anillo de bodas y lo metió a su bolsa.
-Conozco un hotel cerca, ¿vamos? -dijo él y ella sonrió, no podía esperar ni un minuto más.

Y ahora estaba ahí, en medio del tráfico, con el mismo vestido y la misma ropa interior que él le había quitado sin más, despojándola de todos los años en los que le había jurado a su esposo que lo amaría y solo a él.
Miraba al rededor y todo cuánto veía le recordaba a la persona que la esperaba en casa, pensaba en su pequeño hijo y en lo mucho que sufriría si de repente sus padres no estuvieran juntos. Y luego pensaba en el chico, cuyas últimas palabras fueron "no te olvidaré" y esa sonrisa que la derretía por completo.
Ni siquiera volvió a casa de sus familiares por sus pertenencias, no tenía el valor de dar explicaciones a su prima ni a los demás, solo había llamado para decir que tenía una emergencia y debía volver a casa lo antes posible.
El chofer la sacó de repente de sus cavilaciones cuando dijo:
-Hemos llegado.

Todo el camino a casa, miró al cielo y se preguntó si había sido verdad aquello. Decidió que jamás se lo diría a alguien, decidió que lo borraría de su mente, se lo negaría incluso a sí misma. Buscó en su bolsa su anillo y se lo puso con decisión.
Borró el recuerdo del puesto donde vio al chico, de la tienda donde se hablaron, del Bar, del nombre del Hotel, de la calle donde la gotas de lluvia se hicieron parte de su llanto.
Y cuando bajó del avión, ya se sentía de nuevo como ella misma. "Manhattan, no volveré a ti", se dijo. Y luego, vio a su esposo esperándola con una rosa.
-Te amo -le dijo.

The Love Club VIII

Un viernes por la mañana Tefi mandó un mensaje a los miembros del club: "fiesta hoy", y solo eso bastó para que los demás se emocionara y comenzaran a hacer los planes.
Se hizo de noche, y la reunión fue en la azotea de la casa de Mauricio. Estaban todos los miembros del club excepto por Talía.
-Las mujeres la tienen fácil, lo único que tienen que hacer es abrirse de piernas y ya está -decía Mauricio de repente.
-Yo creo que es al revés, cuando una mujer abre las piernas, la cosas empiezan a complicarse -contestó Tefi.
Los demás permanecieron callados, casi como si tuvieran miedo de abrir la boca. Karla y su novio se miraron de forma divertida.
-¡Que empiecen los shots! -gritó.


Talía no había hablado con Tefi desde que le confesó aquello "malo, muy malo" que había hecho. Se sentía entre la espada y la pared, porque por un lado ella también quería confesarle que aquello ya lo había vivido en carne propia, pero si lo hacía, no habría manera de controlar la situación.
Se acostó en su cama y se perdió en sus cavilaciones hasta que su novio llegó.
-Creo que es hora de que hablemos de -ya sabes qué -Le dijo ella.
-¿Otra vez vas a empezar con eso?
-Es importante
Hablaron un buen rato, pero todo en lo que Talía podía pensar era "cómo quisiera acabar con esto de una vez por todas."


En la fiesta todos empezaban a sentir que el alcohol se apoderaba poco a poco de ellos, especialmente Karla, que casi nunca tomaba.
-Realmente quería hacer esto -decía mientras le pedía a su novio que le sirviera otro trago.
Tefi habló de repente, extrañamente ni siquiera estaba tomando mucho.
-Quiero que me digan algo, y quiero que todo sean sinceros -su cara reflejaba seriedad extrema y los demás no sabían si reírse - ¿Alguna vez han estado con alguien y no logran que se le pare?, ¿o qué tan común es esto para los hombres?
Mauricio rió enseguida, los demás se miraron sin saber qué decir.
-¿Por qué la pregunta? -dijo Jen, que había estado callada casi todo el rato.
-Contesten -insistió Tefi.
-No sé, creo que depende de la situación -dijo Mauricio.
Tefi se quedó pensativa, y no tomó un trago más por el resto de la noche.


Se hizo bastante tarde y Karla apenas podía hablar, su novio la llevó a casa donde estuvo con ella y la ayudó a vomitar. Una vez que ella se calmó un poco, la sentó en un sillón grande y la abrazó.
-¿Sabías que Tefi había estado recibiendo mensajes de tu -amigo-? -le dijo, y su novio movió la cabeza en señal afirmativa, Karla continúo -Deberías hacer algo, se está saliendo de control otra vez.
-¿Y yo qué puedo hacer?, yo no lo controlo
-Todos conocemos a Tefi, y si eso no para... -ni siquiera terminó la frase, sabía perfectamente que Tefi no aguantaría demasiado antes de caer en aquel juego.
-Ella es una adulta, no podemos cuidar de ella como a una niña.
Karla sintió como su novio se puso molesto, y lo besó en señal de paz.
-¿Alguna vez te ha pasado? -le dijo divertida -lo que preguntó Tefi -ambos rieron, comenzaron a besarse y pronto, se olvidaron incluso de qué hora era.

miércoles, 9 de agosto de 2017

Isla

Se nombró a sí mima Isla, como una advertencia.
"No vengan aquí buscando amor", decía,
"no van a encontrarlo por ningún lado."
En cambio,
sabía que ella era un lugar donde las personas iban a descansar,
a pasar unos días alejados de lo que ya conocían.
Pero,
¿quién iba a quedarse?

Al principio todo parecería perfecto,
lejos de todo,
rodeados de mar.
Pero luego las imperfecciones comenzaban a salir a la luz,
y sin un lugar donde correr a refugiarse,
¿qué más podría pasar?

La Isla se hizo para ser explotada.
De repente había un montón de edificios en ella,
los hacían y se iban,
dejando así una marca.
De repente lo que habitaba al principio se había ido,
para siempre.

Su orgullo parecía estar intacto a pesar de todo,
"al menos puedo decir que a mí nadie me ha nombrado",
pero con el tiempo,
más gente pasó por ella.
Empezaron a correr rumores,
Isla se había convertido en un lugar turístico.

La gente iba, se quedaba más tiempo del habitual,
pero siempre terminaban por irse.
Isla se empezó a hundir,
todos se dieron cuenta,
aún así no dejaron de ir.

Se llamó a sí misma Isla, como una advertencia,
pero nadie le advirtió a ella el poder,
ese que los demás tendrían y ella perdería de repente.
Un día,
alguien más decidió nombrarla,
y supo que había perdido la batalla.

"Manhattan", repetían una y otra vez,
"Manhattan", escuchaba y se hundía cada vez más.
"Manhattan", y se preguntaba hasta cuándo resistiría.

martes, 8 de agosto de 2017

Las mariposas


Abrió los ojos pensando “otro día más”, miró hacia un lado para comprobar que su esposo no estaba en la cama, y afortunadamente, él ya se había ido, como de costumbre ni siquiera se había despedido, pero le había dejado una nota en el buró, un hábito que había adquirido cuando apenas empezaban a vivir juntos, y 2 años después, lo seguía haciendo. “Te amo”, decía la nota. Ella sonrió y le dijo a su corazón “¿y bien?”, pero él no respondió de vuelta.
Recodaba con anhelo la época en la que podía mantener diálogos con su pequeño corazón, él le daba consejos, y ella trataba de seguirlos la mayoría del tiempo, pero desde que aquella situación pasó, él no le había vuelto a hablar.
Salió de la cama, y preparó el desayuno y la comida al mismo tiempo. Era uno de esos días grises y sin vida, aquellos en los que solía perder el control. Sintió un poco de pánico, así que hizo aquello que siempre la tranquilizaba: ordenar todo cuanto estuviera a su alcance. Su esposo a veces parecía preocuparse demasiado por su obsesión con la limpieza, pero ya estaba acostumbrado a llegar a casa y encontrársela barriendo, desempolvando, acomodando cosas que ni siquiera necesitaban ser movidas. Él siempre le decía que aquello no era necesario, pero ella nunca respondía. A veces se preguntaba en secreto si él notaría que solo hacía aquello en los días nublados y grises, pero se tranquilizaba diciéndose que él estaba muy ocupado.
Descubrió, mientras limpiaba la alacena, que hacía falta comprar algunas cosas, y sintió que el corazón se le desbordaba del pecho. Era necesario salir a la calle, y eso a ella no le gustaba en absoluto, su corazón en cambio, se emocionaba tanto que daba brincos, pero claro que ella no lo complacería.
-Lo siento, sabes que no puedo llevarte –le dijo.
Y él no respondió, se quedó en silencio, como siempre lo hacía, ya se sabía el discurso de memoria.
-Si te llevo conmigo corremos mucho riesgo –continúo ella –imagina que nos topemos con “ya sabes quién”.
Y en efecto, su corazón imaginó que veían al hombre que ella amaba de verdad y se inquietó tanto que ella tuvo que sentarse.
-Basta ya –dijo finalmente –tengo que guardarte.
Y acto seguido, fue hasta el ático, donde guardaba un montón de cosas que acumulaban polvo muy fácilmente, no le gustaba entrar ahí, pero tenía que hacerlo.
-Si hago esto, es por nuestro bien –se dijo más a sí misma que a su corazón, y abrió un gran baúl que se encontraba en una esquina, adentro, estaba una jaula que contenía un montón de mariposas, todas vivas –hola –las saludó - dejaré a mi corazón aquí, porque tengo que salir, ya saben.

Mientras caminaba por la calle, se preguntó si la vida que había tenido antes de casarse fue cierta. Le parecía una gran mentira, un sueño, una alucinación que su mente había creado para no dejarla ser feliz. Pero mientras veía a la gente por la calle, no podía más que admitir que efectivamente: aquella era ahora su vida, y antes había sido feliz, increíblemente feliz.
Recordó como lo conoció, en un baile, él estaba allí, rodeado de amigos y la veía constantemente, hasta que se animó a ir hasta ella y hablarle, “eres increíblemente bonita” fueron sus primeras palabras y ella sonrió, solo eso les bastó para enamorarse. Luego, siguió un verano llenó de magia y amor, recordaba aquel primer beso en la playa, mientras estaban recostados y él se acercó lo suficientemente como para que sus alientos se hicieran uno. Ahora, no podía hacer nada más que maldecirlo, “ojalá nunca lo hubiera besado”, se decía constantemente, si no lo hubiera besado nada de esto estaría pasando, yo podría ser feliz. 
Pero el verano acabó y con él la realidad los golpeó de repente, ya no podían verse como antes, y a pesar de que lucharon por su amor, las circunstancias terminaron por separarlos, en el fondo, ella siempre creyó que debió haber luchado un poco más. Supo de repente que él estaba comprometido. Su corazón no dejaba de gritarle entonces, sus lamentos la aturdían y no la dejaban descansar, “calla por favor”, le suplicaba ella, pero él no escuchaba. “¡Haz algo!, tú lo amas y él te ama a ti”, le decía. Pero cansada y triste, se iba a la cama con ganas de morir.
Hasta que un día apareció en su vida su actual esposo, él, tan lleno de bondad y con tanto amor por ofrecer, no dejó de insistir hasta que finalmente, salieron, y cuando menos lo pensó, dijo que sí y se casaron. Sintió entonces como su corazón se apagaba por completo, a veces, justo antes de dormir, aún le recordaba lo que era en verdad el amor: “a él no lo quieres, acéptalo, vas a ser muy infeliz si sigues con él”, pero al ver cómo era ignorado, nunca más volvió a hablarle.

Cuando llegó el momento de mudarse, se dio cuenta de la poca cantidad de pertenencias que tenía, una que otra prenda de ropa y zapatos, hizo su maleta y se instaló en casa de su esposo.
Un día gris y nublado, mientras preparaba la cena, y su esposo trabajaba, llegó sin anunciarse aquel que era dueño verdadero de su amor. Sintió entonces como un mar de mariposas le salían por todos lados, no se explicó aquello, pero salió disparada al ático donde abrió el baúl más grande que encontró y las encerró ahí, dentro de una jaula, luego, sintió como su corazón despertaba de repente y le decía “¡es tu oportunidad!”, pero ella no hizo nada, no podía moverse, no se explicaba para que iba a su casa aquel hombre, así que solo pudo sentarse a llorar, mientras su corazón luchaba por hacerse oír.

Nunca más volvió a verlo, evitaba a toda costa salir a la calle, evitaba ir a fiestas, no quería verlo ni imaginárselo. Temía que de nuevo las mariposas salieran, y la delataran. Pero ahí estaba, en medio de la calle, y ni un rastro de él, como siempre. Quizá se había mudado, quién sabe, era demasiado cobarde como para preguntar por él a la gente. Miró a todos lados, y al parecer estaba despejado, ni una persona caminando por la calle. Cerró los ojos y se imaginó que él estaba ahí, quería volver a vivir aquel amor tan intenso que nunca más sentiría. Unas lágrimas pequeñitas se asomaron por sus ojos, lanzó un beso al aire y dijo “en donde quiera que estés, que el viento te haga saber que mi amor será por siempre tuyo.”

Volvió a casa, aún era temprano, tendría tiempo para hacer la cena, y ver algún programa de televisión. Su esposo tardaría unas horas en llegar. El día seguía nublado y gris, ella subió al ático, abrió el baúl y vio a su corazón, triste y desolado.
-No lo he visto –le dijo, pero él ni se inmutó.
Se sentó en un sofá que conservaba y que parecía una reliquia de museo, tenía también un estéreo que utilizaba de vez en cuando, cuando limpiaba aquella parte de la casa. Lo prendió y una canción estaba sonando en la radio, suspiró y puso a su corazón de vuelta.
-Lo siento –dijo. Y entonces, una canción en particular comenzó a sonar, una que conocía a la perfección y que también evitaba escuchar a toda costa.  Su corazón saltó de alegría y ella se paró automáticamente, cantando con emoción, recordaba cómo había sido conocer al amor de su vida en aquel baile, recordó cómo se acercó a ella al ritmo de esa canción.
Corrió entonces al baúl y les dijo a las mariposas:
-Salgan, ¡salgan!, sean libres, ayúdenme a recordar cómo se siente el verdadero amor – y entonces el ático se llenó de mariposas danzantes.
Y cuando terminó la canción, escuchó como la cerradura de la puerta se abría lentamente. Desesperadamente, metió de nuevo a las mariposas al baúl, y gritó a su esposo:

-Estoy en el ático, ¡ya voy!

lunes, 7 de agosto de 2017

The Love Club VII

Tefi se fue unos días lejos, tenía un compromiso al cual asistir y se sentía nerviosa y emocionada a la vez.
Era la primera ocasión en que iba a asistir a una fiesta completamente sola y donde no conocía a nadie, excepto a la anfitriona. Llegó y se sintió fuera de lugar, hasta que divisó a una vieja compañera de clases y se la pasó hablando con ella durante un buen rato.
-Mira, parece que ese no está nada mal -le decía a cada rato, señalando a distintos hombres. Tefi solo sonreía. Quería entender la obsesión de la gente por conseguirle a un novio, a un marido, a un prospecto. 
Mientras estaba sentada y reflexionado acerca de su vida, les mandó un mensaje a los miembros del Club: "ojalá estuvieran aquí", y cuando llegó la hora del baile, el corazón se le encogió al ver cómo todos empezaban a bailar en pareja. Pensó en un chico en particular, en todo lo que significaba enamorarse, en lo jodida que tenía que estar como para hacer lo que hacía. Veía a todos felices y luchaba por contener sus lágrimas. Una canción más movida comenzó a sonar, se levantó al baño y alguien la tomó por sorpresa del codo:
-¿Quieres bailar? -le preguntó sonriendo. Y ella no contestó, pero su rostro se iluminó en una gran sonrisa.


A kilómetros de distancia estaba Mauricio, que hablaba con Jen mientras tomaban unas cervezas.
-Siempre he creído que eres el peor de los ex -le decía Jen.
-¿Por qué?
-Porque tu ex es mi amiga y sé que la tratas mal. 
Y entonces, Mauricio comenzó a reflexionar, sabía que a las personas les gustaba decir cosas acerca de él, pero nunca imaginó que lo vieran como un mal ex. Le dio un largo trago a su cerveza, pensó en Tefi, y le mandó un mensaje "¿cuándo vuelves?" y luego miró a Jen, un plan estaba trazándose en su cabeza, y sabía que a Tefi no le gustaría para nada.


Talía estaba en casa, esperando a su novio, cuando el mensaje de Tefi la tomó por sorpresa "necesito hablar", decía. Suspiró y se preguntó de qué chico se trataría esta vez. La llamó solo para encontrarse con el tono de buzón.  
Estaba a punto de volver a llamar cuando su novio llegó, la besó y se olvidó por completo de Tefi y su necesidad de conversar. 
Horas después, checó su celular y vio que tenía 2 llamadas perdidas de Tefi, y un mensaje:
"Hice algo malo, muy malo", decía.

miércoles, 2 de agosto de 2017

Qué pasó en el mes: Julio

Lo crea o no, julio ya se acabó y estoy sorprendida con la vida y con lo mucho que ocurrió en estos 31 días. Lo más destacado es el hecho de que regresé a mi hometown, y ahora, ¡tengo un consultorio!, estoy sumamente feliz de estar con las personas que amo y con mis amigos y poder trabajar en lo que más me gusta. Pero, ¿qué pasó en el mes?




En primer lugar y como siempre, mi mejor amigo y yo hemos sido completamente inseparables. 


Un día llevé a una de mis amigas a uno de mis restaurantes favoritos: falafel & friends.


Breakfast con mis personas favoritas.


Comida con mis personas favoritas, a principios de mes, cuando aún no tenía tantos pacientes y era libre para salir por las tardes.


Hicimos una sesión de fotos, se supone que haremos una cada mes.


¡El Corona Sunsets!, lo más increíble del mes.


Y finalmente, mis amigas de la prepa vinieron a visitarme y nos la pasamos contando anécdotas y riendo.

Julio fue el mes donde traté de involucrarme más en todo lo relacionado con los derechos por los animales. Vi Forks over knifes, vi muchos videos y documentales informativos y me siento mucho más preparada y con más argumentos para estar orgullosa de no consumir productos animales. 
Y una cosa que pasó ayer y que me hace pensar en lo increíble que son las ideas y las palabras, es el hecho de que mi hermano me estaba platicando que quiere intentar dejar de comer carne por un mes al menos. Me pidió que le pasara recetas y yo encantada de la vida.
Poco a poco, las cosas van a ir cambiando.

Y bueno, mis favoritos:

Películas:
  • Okja. Esta película la vi porque estaba navegando por Youtube y vi una entrevista a Lily Collins diciendo que interpretaba a una activista animal y dije, bueno, creo que tendré que verla. Y desde entonces he estado recomendándola a medio mundo. La película es buenísima, me hizo llorar un montón.
  • The Truman Show. La vi y me fascinó y hasta da la sensación de no saber después qué es real y qué es falso en nuestras vidas.
  • To The Bone. La última que vi, y la verdad es que también la vi porque sale Lily, pero en general, me gustó mucho. Trata acerca de la anorexia.
Música:
Libros:
Y bueno, este mes haré un Challege diferente: se trata de escribir por lo menos un cuento a la semana basado en alguna canción, esta semana la canción es Cuantos Cuentos Cuento de La Oreja de Van Gogh.