martes, 29 de agosto de 2017

Secretos



Sabía que si salía con ella las cosas iban a ser complicadas, porque para empezar, ella era la chica más deseada del colegio y yo lo sabía por las miradas en los pasillos, por las risitas que compartía en todo momento, por lo rumores que se expandían como la pólvora.
Pero aún así me decidí a invitarla a salir un lunes por la mañana, justo cuando el timbre estaba por sonar y todos se apresuraban a la puerta de sus salones. Llevaba enamorado de ella desde el momento en que mis ojos la vieron; era perfecta, era una mezcla entre el físico perfecto y personalidad perfecta, ella siempre sabía qué decir, podría hacerte reír por horas, y era tan inteligente como divertida. ¿Qué más podía pedir un chico?, pero es que todo el mundo le rogaba por una simple cita, le rogaban incluso por atención, una mirada tan siquiera.
Y ahí estaba yo, caminando por el pasillo con la esperanza intacta y unas gana inmensas de salir corriendo en la dirección opuesta. Pero cuando me sonrió, supe que no podía acobardarme.
-Déjame adivinar -dijo ella aún con una sonrisa -quieres pedirme que salga contigo.
Y en ese momento mi corazón se encogió por completo, ¿iba a ser rechazado así de rápido?, supongo que mi cara se volvió una mezcla de desilusión y tristeza en ese momento, porque ella me miró divertida y luego dijo.
-La respuesta es sí, -y volvió a sonreír -sí quiero salir contigo Andrik.
Se dio la vuelta y entró a clase, y yo me quedé ahí, parado en medio del pasillo pidiéndole a mi cuerpo que por favor respondiera.


Salimos y en algún momento nos volvimos inseparables, pero aún así, yo notaba cómo todos no podían apartar su mirada de ella, y cuando me encontraba solo por los pasillos, las risas y cuchicheos no me dejaban en paz. Sabía que la gente hablaba. Un día me llegaron rumores de que había otro chico -el más popular de la escuela, que también estaba saliendo con ella, e incluso ya se habían besado.
Decidí hacer lo correcto y preguntarle.
-Sofia, ¿es verdad lo que dicen?, ¿quieres a ese chico?
Pero ella se empeñó en decir que no, que jamás había salido con él, y que dejara de escuchar los estúpidos rumores.
-¿Me quieres a mí? -le pregunté entonces.
-Eres el único al que quiero -dijo, y luego se fue.


Una y otra vez, los rumores no paraban de llegar hasta mí, sobre todo cuando estaba solo, la gente aprovechaba para llegar a decirme cosas inimaginables acerca de Sofia, y ella siempre se empeñaba en negarlo todo.
Para tranquilizarme, me decía a mí mismo que ella no sería capaz de hacerme algo así, además, casi la mayoría del tiempo estábamos juntos; después de la escuela siempre iba a su casa o ella a la mía, o íbamos a ver películas o a comer. Pero algo dentro de mí me decía que no confiara en ella.
Un día después de cenar en su casa, me dijo algo que me llenó de emoción:
-Mi mamá no llegará hoy a dormir, ¿quieres quedarte conmigo y hacerme compañía?
-¿Quieres decir que vamos a...? -no me dejó terminar la frase porque me tomó de la mano y me besó tan apasionadamente que creí que todo a nuestro alrededor ardía.
Me llevó hasta su habitación y se quitó la ropa mientras yo la observaba, impaciente y a la vez atónito. ¿Qué haría?, ¿qué clase de suerte debía de tener para estar en presencia de la chica más hermosa desnudándose delante de mí?
Luego llegó mi turno y me quitó la ropa casi como una fiera.
-Espera -le dije -¿estás segura? -pero no respondió, solo me tiró fuertemente hacia ella y no me quitó las manos de encima en ningún momento.
Estuvimos abrazados y todo parecía perfecto, no había imaginado que aquello pasaría, pero había sido increíble.
Pero luego comencé a pensar en todas las pequeñas mentiras que ella decía de vez en cuando y que creía que no me daba cuenta.
Todo parecía perfecto, y hubiera podido mantenerse de esa manera, pero tuve la brillante idea de volver a preguntar acerca de los rumores.
-Tu mejor amiga también dice que es verdad -comenté.
Y ella no dijo nada, ni siquiera se defendió.
-¿Dónde estuviste ayer en el primer periodo? -insistí.
-En clases, por supuesto.
-Fui a tu salón y no estabas ahí Sofia... -me aparté un poco de ella, solo lo suficiente para mirarla a la cara.
-Andrik, vamos a dormir -y acto seguido cerró los ojos y no los volvió a abrir.


A la mañana siguiente me levanté de la cama y fui hasta su buró donde le dejé una pequeña nota.
Era sábado, por lo que no tenía que ir a la escuela ni hacer nada, lo único que hice fue llegar a casa a ver la televisión.
Sabía que el lunes los rumores serían diferentes, sabía que el lunes todos estarían hablando de mí y de lo tonto que había sido.
Pensé en el día en que me atreví a ir hasta ella con la intención de invitarla a salir, y me arrepentía del todo.
Miraba mi teléfono de vez en cuando, esperando al menos un mensaje, una llamada, una respuesta, una señal...pero nada.
Esperé todo el día enfrente de la televisión, pero Sofia nunca me habló ni apareció por mi casa.
Me fui a la cama con la sensación de tristeza invadiendo todo mi cuerpo. Recordaba como la noche anterior todo había sido perfecto hasta el momento en que ella se durmió, yo ni siquiera había podido conciliar el sueño, pasé en vela la noche entera solo para acabar destrozado.
Así que cuando la mañana llegó, hice lo primero y único que se me ocurrió: dejarle una nota.
"Hablas mientra duermes, y finalmente dijiste la verdad."

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