viernes, 10 de diciembre de 2010

Revienta. (Parte 3)

EMPATÍA
“Simetría, debes trabajar en simetría. Debes ganarte su empatía, empatía, empatía. Abajo, abajo, las ciudades caen sobre mí.”

Estaba mirando fijamente a una foto colgada sobre la pared; era una mujer de mediana edad, con ojos de color azul, era bella, y estaba sonriendo, toda ella parecía tan feliz. “Feliz. Felicidad.” Pensó. Mientras esa misma mujer entraba y tomaba asiento en frente de él.
“Si pudiera regresar el tiempo…yo nunca pensé que las cosas se pondrían tan mal” Tenía muchas ganas de decirle a la psicóloga que los problemas se habían salido de control, que su mejor amiga estaba ahora comportándose como una loca, y que él sólo la quería de vuelta. “Quiero que seas la misma” Le había dicho hacía poco “regresa a lo que eras, por favor”

-Leni, que sorpresa. Creí que no volverías aquí.
-Es por ella, doctora. No puedo seguir así, ella no puede seguir así.
-¿Qué está pasando?
-No ha parado de buscarlo, estoy preocupado por ella.


“… Estuve a punto Leni, a punto. Pero pasó algo y me hizo cambiar de opinión, no sé qué me fue exactamente, sabes que no creo en esas cosas del destino ni mucho menos. Esta vez fue diferente. Quisiera que nos viéramos, ¿quieres? Sé que no es lo mejor, sé que en cuanto recibas este mensaje vas a llamar a esa estúpida doctora a la que me hacen ver desde el accidente.
En fin, solo quiero decirte que te extraño, muy a mí manera, pero te extraño Leni.”


-No te esperaba. En absoluto.
Sonreía, hace mucho tiempo que no lo hacía, parecía una persona distinta, todo su semblante cambiaba solo con ese gesto, se veía más viva. Leni la miraba fijamente, hace tantos años que la conocía, y hace poco tiempo hubiera dado su vida a cambio de ver por siempre aquella sonrisa.
-¿Estás bien? Ha pasado un tiempo. No sabía nada de ti.
-No pasa nada. Todo…todo está igual que antes, te lo prometí, ¿recuerdas?
-Tu doctora me llamó por teléfono. No te has reportado. ¿Por qué haces esto? Porque sigues intentando localizar a alguien que ni siquiera conoces, a alguien con quien no tienes vínculo alguno. ¿Qué pasa contigo?
-Yo... creo que lo encontré Leni… -dijo mientras Leni estaba a punto de cerrarle la puerta a la cara - Espera, ¡Espera!, no te vayas, no. ¡Yo no puedo estar sin ti!, no lo ves no puedes ver que a quien necesito para salir de esto es a ti…Leni –sollozo, mientras se tragaba sus últimas palabras, sabía que Leni no había alcanzado a oírla.
-No puedo soportar esta situación. Ya no. –Murmuró Leni mientras una lágrima resbalaba por su mejilla.


-Dime cómo fue que empezó. Si no me lo dices, no podemos avanzar. Tienes que cooperar.
-Si te lo cuento, ¿me vas a dejar en paz?, vas a dejar de llamarme y a pedirme que venga a tus estúpidas citas, ¿vas a hacerlo, doctora?
-Prometido.
-Conocí a Leni hace mucho tiempo. No puedo recordarlo ahora, pero él siempre habla de eso. Creo que se enamoró de mí desde que me vio, no puede ocultarlo, ¿sabes? –La doctora asintió – Ni siquiera recuerdo cómo nos hicimos amigos. Pero tengo mucho cariño hacía él. Aunque nunca lo quise como un novio, jamás. Creo que tal vez es eso lo que le haga sentir rencor hacia mí; tantos años y yo sigo sin sentir algo por él. –Hizo una pausa pequeña, parecía recordar algo importante, luego continúo- Todo lo que he hecho, ya sabe; el tomar drogas, el desistir a la vida, eso no tiene que ver con él. Creo que es mi propia culpa. Era pequeña cuando mis padres murieron, ahora ya no recuerdo nada de ellos, NADA. Y cada día que pasa ciento un vacío más y más grande. He tratado… -Las lágrimas comenzaron a salir- De verdad he tratado de encontrar una sola razón para decir “YO PUEDO CONTINUAR”, pero no puedo descifrar nada. No hay un solo motivo en este mundo que me haga feliz. Aunque cuando estoy con Leni…él me hace sentir bien, ¿sabe? Pero no puedo sentir amor, nunca he podido. Es como si todo lo que quiero tiene que terminar igual de destruido que yo…


Caminaba lentamente sobre la fría calle. No tenía puestas sandalias, sentía sus pies congelados. Había salido hace 10 minutos y ya se sentía muy mal. ¿Cómo había llegado a ese estado? No podía recordar nada. Antes del accidente –o del fallido suicidio, las cosas eran más o menos normales. Tal vez había sido el hecho de que nunca estaba conforme lo que la había llevado a querer suicidarse. O el hecho de que jamás se había sentido amada, “Qué estúpida soy” se dijo “Tengo a Leni, que me ofrece su amor, pero no puedo aceptarlo”
Llego al lugar donde se habían citado. Tenía miedo. Y no era un miedo común; a las cosas simples, a la obscuridad, a la soledad, a las arañas. “Tengo miedo porque no sé qué sigue, si lo encuentro hoy, y hablo con él, será el fin. Ya no tendré más motivos por qué luchar…”
Caminó un tramo más, y se detuvo frente a un edificio blanco, grande. Los ventanales estaban en su mayoría rotos, y las paredes llenas de grafitis y palabras obscenas. Ya no soportaría más si se quedaba allí, dudando. “Toda mi vida se basa en esto. Y no tengo el valor para enfrentarme a lo que me está matando, a lo que me ha llevado a la locura. Quienquiera que sea ese hombre; tiene el poder de liberarme de esto”
Tomó una bocanada de aire y entró al edificio. Se sorprendió por lo que vio.
-Adelante…-Le dijo el hombre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ya quiero leer la otra parte.
Niña enserio tienes talento, joven seras una gran escritora exitosa sobretodo... :)