lunes, 15 de junio de 2020

De terminar relaciones y trastornos alimenticios

Cuando tenía 20 años y descubrí que mi novio me estaba engañando, lo único que quería hacer era acostarme y llorar: no tenía internet, no tenía tv para distraerme, lo único que tenía eran mis amigas, mis libros y muchas tareas que hacer. Fue fácil dejar de comer, era algo que podía controlar, ya que sentía que no tenía control sobre nada más: mi novio me había cambiado, estaba feliz, y yo me pasaba los días encerrada y pensando en cómo recuperarlo.
Siempre me ha gustado comer, de verdad, lo disfruto. Me volví vegetariana a los 14 años pero aún así no sentía que algo me hacía falta.
Todo pasó rápido: un día estaba feliz, riendo con mis amigas y comprando en la cafetería de la uni, al siguiente, no comía.
Cada día comía menos y menos, hasta que incluso cuando comía me terminaba por vomitar. Ya no podía digerir nada.
Nadie se dio cuenta, o hacían como que no se daban cuenta. Cuando iba a casa de mis papás los fines de semana comía lo mínimo, fingí que tenía gastritis para justificar mi falta de apetito, y me internaron dos veces en el hospital, solo para decirme "no tienes nada", y claro que lo tenía, pero era mental y eso no lo diagnostican ahí.
Mirando atrás, me sorprende cómo ningún doctor les dijo a mis padres "su hija está enferma, pesa 37 kilos a sus 20 años, dense cuenta", me sorprende ver fotos mías de este periodo, estaba tan flaca que mi ropa ya no me quedaba. Era miserable, quería comer pero no podía, quería que alguien se diera cuenta de lo mucho que sufría, pero nadie, ni siquiera mi tía con la que vivía dijo algo.
"Estás muy flaca", me decían mis amigos de vez en cuando. Pero no decían nada más, quizá los incomodaba.
Pasé un buen tiempo así, creyendo que cuando ya no pudiera soportar más, alguién tenía que venir a rescatarme (mi ex novio de preferencia), pero él demostró que yo ni siquiera le importaba. Yo solo quería que alguien me diera afecto, atención. Pero no pasó.

Así que un buen día (de verdad no recuerdo en qué momento), me levanté y dije "ya basta", sabía que nadie iba a salvarme, sabía que la única que podía volverse a levantar y salir adelante era yo: con o sin novio. Así que empecé a comer, y poco a poco, volví a la normalidad.

Es difícil hablar de trastornos alimenticios, pero es necesario. Todas las chicas en algún momento de nuestra vida nos sentimos "muy gordas, muy flacas, nunca lo suficiente", lo importante es recordar que no estás sola: hay personas que te aman, amigos, familia, y si no hay nadie más: te tienes a ti. No es fácil, pero es posible recuperarse.

Aún hay ocasiones en las que me siento "muy gorda", hace apenas unos meses pesé por primera vez 53 kilos, me espanté. No quiero ser gorda, sé que 53 kilos no son ser gorda pero a veces es difícil. Pero cuando miro atrás, y recuerdo lo mucho que sufrí gracias a mi obsesión con la comida, pienso en lo afortunada que soy de estar bien, y creo que tengo un cuerpo saludable, y eso es lo único que importa. A la mierda los estereotipos de belleza, y lo repito: a la mierda los estereotipos de belleza.

2 comentarios:

Henri Briones dijo...

Creo que 53 es un buen peso! ya se que no cuenta, por ser hombre, pero hace un año hacia mucha bici y pesaba justo eso y me sentía bastante bien!

Janeth Plazola dijo...

¡Gracias!, sé que sí, solo que nunca había pesado eso.