domingo, 28 de octubre de 2018

¿Por qué no podemos ser simplemente normales?

Un sábado en la noche celebrando el cumpleaños de mi mejor amigo. Pasan por mí a las 9:45, todo el trayecto al bar es bastante normal: música, todos cantando y risas que salen naturalmente. Aún así, siento que algo no cuadra. Llegamos y todos piden bebidas, yo miro la carta una, dos, tres veces y no logro decidirme por nada. "Sorpréndeme" le digo al mesero que se va con una sonrisa en los labios. ¡24 años!, todos brindamos cuando las bebidas llegan, la mía está bastante buena pero aún así le doy un sorbo a las de los demás.
"En dos semanas es tu cumpleaños", "lo sé", "¿qué piensas hacer?", "Solo quiero tirarme en la arena y leer, o quizá tratar de escribir algún poema", "¿nos vas a invitar?", "quiero estar sola".
Paso todo el tiempo en el bar tratando de entender qué está mal. Los demás toman fotos de sus bebidas, piden a los meseros que nos tomen fotos, luego las suben a toda red social posible con hashtags como #NocheInolvidable, #HavingFun, aún así, no despegan ni un segundo los dedos del celular cuando trato de hablar con ellos. Mi mejor amigo me pregunta si estoy bien y digo que estoy cansada, que preferiría estar en casa viendo Netflix. Me mira como si fuera un bicho raro y me pregunta de nuevo si estoy bien, le digo que nada parece tener sentido últimamente y no tengo ni idea de qué quiero hacer. "¿A qué te refieres?", "estoy harta", otro amigo se mete a la conversación diciendo que él quiere lo mismo que yo, "¿y eso qué es?" le pregunto, él responde "quiero encontrar una extranjera y largarme de aquí", "¿en qué momento dije que eso es lo que quiero?", él no responde, solo sigue bebiendo y mandando mensajes de texto.
Traen una bebida de cortesía para el cumpleañero y sé que la noche está a punto de acabar. Un chico que conozco desde siempre da un pequeño discurso que me hace sentir algo en el corazón. Le digo "te mereces algo bueno, deja de verte con tu ex", todos vuelven a mirarme como si fuera el bicho raro de la noche, yo no digo nada más, pero voy al baño antes de irnos. Me miro en el espejo un largo rato y me pregunto si así será el resto de mi vida: yendo a todos estos eventos, llenando mi agenda de trabajo y huyendo de la gente que me quiere. Veo por primera vez mi celular, tengo dos mensajes, uno es de una chica que quiere salir conmigo y ya no sé qué pretexto inventarle para decirle que no, otro es de un chico que quiere visitarme, le digo que estoy libre mañana.
El camino de regreso de nuevo es normal, esta vez yo pongo música y canto a todo pulmón. Tengo la sensación de que últimamente lo único que me hace estar en calma y paz es la música, así que bailo sin importarme que los demás me vean raro y grito de vez en cuando. Me preguntan si estoy borracha y respondo que solo he tomado una bebida en toda la noche, por supuesto que no estoy ebria. Casi estamos a punto de llegar a casa cuando de repente a un lado de la carretera vemos a dos motos y dos chicos, frenamos de golpe: uno tiene la cara cubierta de sangre, yo me tapo la boca con las manos y trato de no volver a mirar. "¿Qué pasó?" pregunta alguien mientras nos orillamos, y ponen las luces preventivas, "se cayó, pero no sé qué hacer, no puedo llevarlo al hospital y dejar su moto aquí", todos nos miramos, "nosotros lo llevamos" dice mi amigo, "solo cubráse la cara con algo para que no manche la camioneta". Todo el camino restante son preguntas acerca del accidente, ¿cómo pasó?, ¿a quién podemos contactar para que lo recoja en el hospital?, ¿cómo te sientes?
Yo trato de no mirar la sangre.
Llegamos al hospital y empiezan las preguntas, ¿son familiares?, ¿dónde lo encontraron?, ¿ustedes lo atropellaron?, todos decimos que no, aún así nos toman los datos y nos advierten que si la policía llegaba, tendremos que responder.
"Eso es lo malo, para la próxima llamen una ambulancia" nos dice el guardia de seguridad del hospital. "Quiero irme a casa", digo, y mi mejor amigo responde "vámonos", así que nos subimos a la camioneta. "No podíamos dejarlo simplemente ahí" dice el chico que maneja, todos estamos de acuerdo. Yo pienso: ¿por qué no podemos ser simplemente normales?, ¿por qué siempre nos tienen que pasar estas cosas?
Al final, mi mejor amigo da las gracias por la noche, nos abrazamos y todos nos vamos a dormir.

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