domingo, 12 de agosto de 2018

Europa: hasta ahora.

Cuatro días en Europa hasta el momento. Dos en Vienna, dos en Vardá, Hungría. El cuerpo aún no se acostumbra. Los primeros dos días no pude dormir, solo de día y muy poco, anoche por primera vez me dormí 8 horas seguidas, pero como a las dos horas me dio sueño de nuevo y tomé una siesta de otras dos horas.
Es chistoso no entender exactamente qué rayos dice la gente. Tratar de comunicarte con señas, desesperarte, sobre todo al tratar de tomar transporte público (de por sí yo ya era mala en México).

Vienna es hermosa, increíble, y eso que no estuve mucho tiempo y no hice mucho, pero me enamoré de los edificios, las calles, la tranquilidad, y ¡la comida vegana en el mercado!, ojalá hubiera eso en México, entonces ya no me faltaría nada.





Hungría es diferente a lo que me imaginaba. Llegamos a Budapest y se ve que es una ciudad vieja, un poquitín abandonada, pero no sé, solo estuvimos ahí un máximo de media hora, así que habrá que verla bien cuando regresemos en 3 semanas.




Me emociona todo, quiero llorar por todo también. A principio de año dije que iba a hacer un voluntariado y aquí estoy: una cosa es imaginártelo y otra es vivirlo. No se compara.
Vardá es una villa pequeñita y casi se siente como estar en medio de la nada; hay una tienda y dos bares, pero casi nunca están abiertos, lo bueno es que la ciudad está como a 15 o 20 minutos y planeo ir pronto para conocer, ir al mercado y comprar leche de almendras o de cualquier cosa que no sea animal. Y quiero ir al cine, a explorar, a tomar fotos...


Europa: me gustas mucho, de verdad.

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