lunes, 25 de octubre de 2010

Revienta (parte 2)

Sofocación.

“Si te sofocas, prométeme que no resucitarás, y si cambias de idea, es demasiado tarde. Estás desperdiciando tus días como desperdiciaste tus noches y desperdiciaste tu juventud. Estás… esperando por alguien y esperaste en vano porque no hay nada para ti. Sofocación.”

“¿Dónde estás...?, ¿Dónde estás...?, ¿Dónde estás...?” No paraba de escuchar esa voz en su cabeza. Sentía que ya nada valía la pena. Ni un esfuerzo. Y, ¿por qué estaba allí? Se sentía desesperada, con ganas de gritar. Los extraños pasaban y la miraban, con ojos llenos de lujuria. Ella solo les devolvía la mirada con enojo, con rabia. ¿Por qué tenía que ser así?

“Siempre es lo mismo” pensó.

Y entonces la primera lágrima cayó. No lo podía controlar más. Toda la tristeza, toda la furia, estaban saliendo al fin. Una tras otra las lágrimas se deslizaban por sus mejillas. “¿Qué estoy haciendo?” sollozo.


-Entonces, ¿qué dices? Vamos, tienes que salir, siempre estás sola.

-Eso no te importa Rosa. No es de tu incumbencia.

-¿De qué hablas?, solo estoy invitándote a salir conmigo; va a ser divertido.

-Dices que es como una cita doble, ¿no?

-Sí. ¡Anímate! No tienes nada que perder…


Los coches seguían pasando, uno tras otro, sin detenerse. Los veía y cada vez se sentía más sola. La espera se volvía más y más sombría. Pero a fin de cuentas, ¿Qué estaba esperando?, no era como si un superhéroe fuera a llegar mágicamente por ella. Claro que no, hace mucho que había dejado de creer que el amor existía, que los milagros eran posibles. ¿Cómo iba a esperar que de la nada alguien la salvara?

Se había secado las lágrimas. Poco a poco dejaron de salir. En vez de ellas, un enojo se apoderaba de ella ahora. Enojo hacía todo; hacía ella misma, por haber sido tan estúpida como para creer que las cosas iban a mejorar, ¡Ni en una simple cita le iba bien! Enojo hacía Leni, por no estar allí cuando más lo necesitaba. ¿Por qué había decidido que lo mejor no era estar cerca de ella? “Es tan simple que no lo quiero aceptar. No puedo hacerlo, si Leni dice que nuestra amistad no es buena, adelante, voy a seguirle el juego.”

¿Pero por qué en ese momento? En el que más sola se sentía; rodeada de tanta gente, y aún así sola. Eso era lo que más la hacía enojar, el hecho de que estuviera rodeada de gente estúpida, sin sentido, llenos de deseos simples y con sueños imposibles.

Pensó en Leni, y lo en lo que él significaba. No pudo evitarlo, y comenzó a llorar de nuevo. Esta vez no trató de disimular; estaba en la calle, sentada, con demasiados desconocidos que veían su dolor.

De pronto algo la tomó por sorpresa, era una mujer mayor. La miraba con ternura, y se paró allí, enfrente de ella.

-¿Te puedo ayudar en algo?

No pudo responder, ¿qué necesitaba? Nada. Porque no había algo en el mundo que calmara el dolor, nada en el mundo podría hacerla volver a lo que era antes.

La anciana dejó caer una mano hacía ella, tenía la intención de tocar su mejilla, pero se sobresalto ante un inesperado grito.

-¡No me toqué!

-Lo siento, querida. Yo…

-¿No me ha oído? ¡No me toque! No quiero su compasión. Aléjese.


Estoy sentada, comiendo un helado junto a un imbécil. De todas las personas del mundo, mi amiga Rosa me ha traído como cita a un imbécil. Esto solo me pasa a mí. Pero a quién engaño, en primer lugar; no debería haber venido. No pertenezco a esto…ni a la gente normal, ni a las chicas normales, ni siquiera puedo tener una cita normal. El chico que está junto a mí está hablando acerca de su escuela y de cómo ha peleado ya con algunos chicos, ¿cree que le presto atención?

Me digo mentalmente que toda esta farsa acabará pronto, él tipo regresará su casa, y yo seré miserable de nuevo.

-¿Qué te parece? –me dice.

-¿Disculpa?

-No me prestaste atención, lo ves. Te he contado una historia interesante y tú estabas en otro mundo. ¿Pasa algo?

No le respondo, tal vez así se exaspere ante mi falta de interés y decida marcharse.

-¿Quieres que…nos vayamos?

No digo nada. Esto se ha pasado de la raya. En general, estoy odiando a Rosa por conseguirme la peor cita del mundo.

Me paro y empiezo a caminar lentamente. No creo que me siga; mejor. No estoy dispuesta a dar explicaciones. Camino más rápido y la cabeza me da vueltas, siento pánico. ¿Qué me está pasando? Antes de tener una respuesta en concreto, comienzo a correr, rápido y sin mirar atrás. “¡Espera!” Le oigo decir.

No pienso detenerme, pero las piernas me fallan y en un segundo estoy en el piso. Me siento mal, muy mal, parece como si todo el mundo girara muy rápido, todo está borroso y no puedo dejar de mirar a los lados, en busca de alguna respuesta.

-Así que te ha dado por jugar, ven aquí… -me dice, mientras pone sus labios sobre los míos. Yo lucho, lucho con todas mis fuerzas por liberarme. Pero no puedo. Él es más fuerte, y parece que no me soltará dentro de poco. Tomo una bocanada de aire y solo logro cansarme más. ¿Por qué no puedo liberarme?, ¿qué me está pasando?

En un intento desesperado por librarme de su beso, lo golpeó. Le doy con todas mis fuerzas en su mejilla, y parece funcionar. Mientras está distraído me paró y empiezo a correr de nuevo. No sé a dónde voy, solo pienso en escapar.


Todo se empieza a poner más oscuro, ¿qué hora era? No lo sabía, y tampoco estaba segura de dónde estaba. Parecía haberse quedado hipnotizada por el sonido de los carros, por sus luces, por sus colores. Estaba sentada, pero quería marcharse, y entre más pronto mejor. Tal vez si no le hubiera gritado a la anciana, ahora tendría cómo regresar a casa. Pero estaba demasiado cansada para pedir ayuda. ¿Por qué había salido sin celular? Ni siquiera tenía dinero suficiente para pagar un trasporte. “No hay esperanzas. Estoy aquí, rodeada de tanta gente, pero no soy capaz de hacer algo respecto a mi situación”

Cerró los ojos, y cuando los abrió logró ver un rostro conocido, corría hacía ella y pareció gritarle. Pero no escuchaba nada. Cerró los ojos de nuevo, deseando que todo acabara, que todo desapareciera. Apretó sus parpados, cerrándolos con fuerza. “Todo va a estar mejor si yo muero” pensó, y después, todo a su alrededor se desvaneció.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que talento enserio...