jueves, 14 de abril de 2016

No puedo estar lejos

Vamos a hacer el recuento de los daños: vamos a ver si salgo ganando o perdiendo en esta situación.
1. Hace una semana exactamente escribí esto: clic y me sentía tan mal que pensé que iba a volver a ponerme ansiosa e incluso volverían las somatizaciones.
2. Duramos 1 semana sin hablar, bueno, excepto por un día que me llamó por teléfono para preguntar una tontería, y después de eso me quedé llorando en mi cama.
3. Pasé el fin de semana pasado evitando salir de mi casa, no quería encontrármelo y que las cosas se pusieran feas.
4. Pasé la semana con un montón de emociones desbordándose en mí: en algunos momentos pensaba "vas a estar bien, es por tu bien, él hizo lo correcto al terminar las cosas, tú vas a volver a ser feliz", pero cuando la noche llegaba o cuando me sentía demasiado solitaria aparecían pensamientos como este: "sabes que lo extrañas demasiado y no vas a superarlo, no vas a encontrar a nadie que te quiera nunca, nunca."
Y finalmente:
5. Ayer.

Ayer se supone que solamente vería a un amigo, que es precisamente también amigo de él, así que a final de cuentas terminé por verlo y en cuanto mis ojos se encontraron con su presencia sentí como si todo alrededor desapareciera y el estomago me dio mil vueltas.
Y hablamos como si nada hubiera pasado, como si esta semana que pasó no hubiera existido, como si el dolor no estuviera presente tanto en él como en mí.
Y pensé "lo vas a superar, tal vez hasta puedan ser amigos."
Error.
Yo y él no podemos ser amigos.
Porque al parecer no podemos estar lejos el uno del otro.
Cuando la madrugada llegó mi celular se inundó con mensajes que decían "¿Dónde estás? paso por ti ahorita, ven a dormir conmigo."
Y yo soy tan estúpida...
No puedo estar lejos de él.
Duele cuando lo estoy.
Y desgraciadamente también duele cuando no lo estoy.

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