domingo, 28 de mayo de 2017

Lo que aprendí en terapia


1. Todos lidiamos con la pérdida de distintas maneras, no porque no llores significa que no duela.
Fui a terapia casi a principios de año porque mi abuela estaba enferma, y tontamente creí que podría iniciar un proceso terapéutico para prepararme a enfrentar el duelo que aún ni acontecía, sí, así de obsesiva-compulsiva soy. Pero el caso es, que mientras más sesiones pasaban, más me daba cuenta que el dolor es diferente para cada persona, y sé que los que me conocen quizá crean que soy la mujer sin sentimientos, pero descubrí que en mi obsesión por tener el control, no me permito sentir como debería, o simplemente, no me permito sentir. Pero perder a mi abuela ha sido el dolor más grande que he experimentado en 23 años, y el duelo está ahí, aconteciendo, y lo que ha sido normal para mí quizá no sea normal para alguien más, pero eso está bien.

2. No necesito tener una rutina para todo.

Sé que tengo muchas obsesiones que me persiguen, pero saber que puedo vivir una vida espontánea y divertida fue un descubrimiento increíble, y esto viene de una persona que tenía horarios tan meticulosamente planeados, que no me dejaba espacios ni siquiera para un descanso.

3. Mis miedos están ahí, pero ya no me controlan.
La primera vez que me quedé en shock estando en terapia, fue cuando descubrí a mis miedos. Siempre había pensado que el miedo más grande que tenía era el de estar sola, o quedarme sola, pero descubrir que en realidad ese solo era un síntoma, creo que me ayudó demasiado. Una vez que conoces a tus demonios, ya no pueden ocultarse, ya no, ya están a la vista e incluso pueden llegar a agradarte, quién sabe.

4. No puedo cumplir las expectativas de los demás siempre.
Este fue otro momento de shock para mí, quizá el más grande de todos los que hubo, y es el haberme dado cuenta de que toda mi vida, me la había pasado tratando de cumplir expectativas. Que si terminar la escuela, que si ser una persona sana, que si ser todo lo que se supone que seas para que los chicos te quieran... estaba dispuesta a hacer lo que fuera y todo con tal de cumplir lo que yo creía que los demás esperaban de mí.

5. Los chicos solo son chicos, y nada más.
Quizá suene como lo más estúpido y obvio del mundo, pero darme cuenta de que en realidad los chicos son solo eso, me ha quitado un gran peso de encima.

6. La tristeza no es necesaria para escribir.
Por demasiado tiempo tuve la creencia de que necesitaba la tristeza para escribir, me involucraba en un montón de situaciones y todo con tal de sufrir. Pero no, ahora sé que no necesito a la tristeza, los momentos de inspiración llegan de vez en cuando, sobre todo si hay música de por medio.

7. Si te sientes triste, quizá sea hora de cambiar algo.
La tristeza se convirtió en mi lugar cómodo por muchísimo tiempo, yo estaba "a gusto" sabiendo que ella estaba ahí, extendiéndome sus brazos, diciendo "ya me conoces, así que por qué no vienes", pero me di cuenta de que con cosas tan simples, como ir a ver la puesta del sol, como salir a tomar aire fresco, esas cosas pequeñitas hacen que la tristeza se vaya.

8. Tienes que aprender a verte de la manera en que los demás te ven.
Hice un experimento mientras estaba en terapia: le pedí a 10 de mis conocidos más cercanos y queridos que me describieran en una palabra, y el resultado fue gracioso y lindo. Y me di cuenta de que a pesar de que usaron palabras que quizá yo nunca hubiera elegido, todo eso que me dijeron siempre ha estado dentro de mí, es solo cuestión de aprender a creerlo.

9. Puedes ser lo que quieras.
Esto es una bendición, lo más importante que he aprendido en la vida, y es que uno cree que ir a la escuela y obtener un título es todo, que si soy psicóloga no puedo ser nada más, y ¡qué pensamiento tan más equivocado!, he descubierto cosas que jamás imaginé, como el hecho de que también puedo ser buena cocinera y el hecho de que mis sueños no tienen límites, y de mí depende si cumplirlos o no. Soy este árbol que todo este tiempo estuvo creciendo en línea recta, porque así le dijeron que tenía que hacerlo, pero ahora, después de haber ido a terapia, puedo ser el árbol que se extiende, cuyas ramas van a donde quieren, porque sí.

10. No necesitas a un hombre a tu lado, no estás sola, la mejor compañía eres tú.
Repetí una y otra vez las siguientes palabras: "yo estoy sola", y al final, aprendí que no, no lo estoy, simplemente estoy añorando lo que una vez conocí, que estoy separada de mí misma. Pero al final del día, he vuelto a encontrarme conmigo.
Soy feliz de nuevo, me recuperé a mí misma, y esa es una sensación que no se puede explicar con palabras, quizá sí con gratitud. 

No hay comentarios: