lunes, 23 de julio de 2018

Finlandia

Creo que el síndrome premestrual me está pegando durísimo en estos momentos, porque he estado llorando bastante escuchando una canción en particular que me hizo recordar aquellos días -creo que fue en febrero- cuando conocí al chico Finlandés y según yo, fue mágico.
La canción habla del amor que uno guarda y que no sabe dónde rayos meter cuando se está en una relación a distancia. De las ganas de tener en las manos a la persona amada y del sentimiento eterno de inutilidad, de impotencia al no poder hacer nada.
Claro está, yo no tengo una relación con este chico, pero cada que pienso en él me digo que quizá el amor me está esperando al otro lado del mundo.
Quién sabe, quizá él ya no me recuerda en absoluto, quizá sí.
Lo que sí sé es que en dos semanas me voy a Europa y existe la posibilidad de que cometa una locura.
Porque, ¿qué sería de mí si las locuras de amor no existieran?
Quizá nunca hubiera volado a la Ciudad de México a encontrarme con aquel chico de Costa Rica, para solo verlo por unas horas y luego regresar a un evento.
Quizá no fuera lejos lejos solo para descubrir que las cosas no van a funcionar, es que si no me arriesgo, ¿de qué sirve? ir por la vida con un escudo en el corazón.
Quizá si no cometiera locuras de amor no tendría necesidad de escribir.

Pero aquí estoy, con este montón de sentimientos en el pecho y todo por unos ojos que están a un océano de distancia y que probablemente ni me recuerdan.

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