miércoles, 28 de enero de 2015

Un positivo

-¿Entonces? -le pregunté
-Sí.

No puedo imaginarme tener un hijo a esta edad. Digo, tampoco soy una adolescente, pero no me considero una adulta. Tengo 21 años y ella también, y hoy llegó con los ojos rojos e hinchados a la primera clase y supe que un positivo le había cambiado la vida en un segundo. No hablamos de eso en todo el día: yo no quise hacer preguntas y ella no quería decir una palabra, parecía que quería ocultarse de todos, que quería irse a una esquina donde nadie pudiera verla, pero lo único que podía hacer era aparentar que las cosas no habían cambiado: que la normalidad de sus días tendría continuidad.
"Todo va a estar bien", supongo que esas son las palabras que escuchará de ahora en adelante de todo el mundo, de sus conocidos, de su novio.
Yo me puse en sus zapatos por un segundo y el pánico me llegó; no sabría qué hacer, a quién decirle, cómo decirle.

Ahora mismo no puedo pensar en palabras que la conforten, que hagan que la esperanza no se apague.
Me entristece pensar que un positivo en realidad no lo sea...que sea un gran negativo en la vida de una persona.

No hay comentarios: