miércoles, 16 de octubre de 2019

9 de copas invertida.

A veces creo que yo misma me causo los problemas que me aquejan día con día. "Todo estaba bien hasta que conocí a un chico..." sería el título del libro de mi vida. Pero, es que de verdad, todo estaba bien, este chico parecía verdaderamente interesado, hasta que ya no lo estuvo y ahora me estoy quebrando la cabeza tratando de descifrar qué fue lo que hice mal.
¿Habrá sido aquella vez que salí de la casa sin maquillaje y toda despeinada, probablemente con mal aliento?, ¡pero es que él tiene la culpa!, no me avisó que vendría a verme, de lo contrario hasta me hubiera levantado temprano para arreglar todo lo que está mal conmigo.
¿O será que esto es un mal karma que estoy pagando?, ¿qué hice?, ah, bueno, he rechazado a chicos un montón de veces, claro. ¿Es este mi karma?
Recuerdo que tengo una baraja de tarot que me regaló un amigo y la saco del closet, pongo las cartas en mi desordenada y sucia cama, las barajeo, prendo un incienso, y lanzó una pregunta al aire: "¿Qué está mal?, ¿por qué no puedo ser feliz?", luego cierro los ojos y tomo una carta, 9 de copas invertida
Busco en internet qué significa y casi quiero llorar. "El nueve de copas a la inversa señala insatisfacción, codicia, materialismo, dar cosas por sentado, deseos negados, sentirse triste. Situaciones exageradas en cuanto al apetito y el alcohol." 
Dejo de leer, y me río a modo de burla, ¡maldita carta!, yo no quiero eso, quiero que el universo me diga que todo estará bien, quiero que mi amor me corresponda, quiero que mi vida esté en orden de nuevo. Pero en vez de hacer algo, me quedo en la cama, tirada y con lágrimas secas en las mejillas. 

La situación se pone peor cuando mi jefa me encuentra llorando en el cubículo, me apresuro a secarme las lágrimas pero es muy tarde, me pregunta si estoy bien y le invento que una tía acaba de fallecer, me dice que me tome el día libre pero le digo que no es necesario. Soy una mujer fuerte, me repito, no puedo seguir llorando porque un chico no me responde los mensajes. Pero cuando el turno se acaba y a mi teléfono le queda el 3% de batería y con ninguna notificación a la vista, prefiero pasar al super a comprar una botella de vino, de esa manera no tendré problemas para conciliar el sueño. Llego a casa y lo primero que hago es conectar mi celular a la corriente. Abro instagram y publico una foto solo para ver si me da un like por lo menos, pero me quedo dormida a media botella de vino y cuando despierto a las 3 am me doy cuenta que el maldito sí me dio un like, tiene el descaro de darme likes cuando no puede ni siquiera mandarme un mensaje. Lloro de la desesperación. Busco entre el montón de cosas regadas en el suelo el 9 de copas y la la rompo lanzando gritos que más bien parecen alaridos. "Me rehúso a creer en ti", le grito a los pedazos de papel ahora regados por el piso. 

Al despertar por la mañana borro instagram y borro facebook y quiero aventar mi celular por la ventana. Me miro al espejo y la imagen que veo me asusta: no recuerdo si me bañé en los últimos 3 dias, dientes amarillos, pelo alborotado, granitos por la barbilla. Esta no soy yo, me repito. Y luego, el timbre, debe ser el paquete que encargué hace dos días, ya se había tardado, abro la puerta y ahí está, con un ramo de flores baratas en la mano y un montón de excusas en la otra. "Había estado ocupado", "muchísimo trabajo", "apenas y tengo tiempo para pensar". Le sonrío con todo y mis dientes amarillos, mi pelo alborotado. "¿Sabes qué?", le digo, "me importa una verdadera mierda", y le cierro la puerta en la cara, escucho como toca y toca de nuevo pero pongo música a un volumen bastante alto, luego llamo a la oficina y digo que hoy no iré a trabajar. Limpio rápidamente mi cama y por primera vez en semanas, logro dormir plácidamente sin tener que tomar alcohol. 

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