martes, 8 de octubre de 2019

Los miedos de Daria

Cuando era pequeñita me daban miedo un montón de cosas, así que mamá habló conmigo una noche, me dijo que tenía que deshacerme de ellos, así que les hablé de uno por uno y los formé en una fila, una vez que estuvieron todos alineados nos fuimos al bosque donde nos despedimos y les prohibí rotundamente seguirme. Se veían un poquito tristes pero yo no tenía opción, mamá había dicho que aquello era lo mejor.
Años después, mis amigos me preguntaron por qué era tan valiente, "es porque abandoné a mis miedos en el bosque", les dije, y todos me vieron con cara de horror y sorpresa, “¿podemos hacer eso?” me respondieron, y yo les dije que sí, “pero, ¿no crees que ellos te extrañan?” me preguntó mi amiga Melissa, y yo jamás había pensado en eso así que no supe qué responder.

Regresé a casa con un montón de dudas, ¿era acaso que los monstruos no eran tan malos como yo lo había pensado y hasta me extrañaban?, ¿por qué mamá insistió tanto en que me deshiciera de ellos? Tenía muchísimas ganas de preguntarle pero hace mucho tiempo que no la veía, un día simplemente salió de la casa y no regresó, y desde entonces me mudé con mi abuelita, quien es muy buena pero seguro no sabría las respuestas a mis preguntas. 

Pasó el tiempo y olvidé mis dudas, pero un día en la escuela organizaron una excursión al bosque, yo soy bastante distraída y me la paso saltando de un lugar a otro, así que pronto quedé muy atrás del grupo. Al principio no le di importancia pero pronto comencé a sospechar que estaba perdida. 
Una de las ventajas de no tener miedos es que puedes hacer un montón de cosas que los demás no se atreven: sabía que podía quedarme días en el bosque y no sentir nada, pero entonces no tendría que comer y pasaría mucho frío, así que mejor decidí buscar a mis compañeros.

Después de gritar y gritar por horas una tristeza profunda se apoderó de mí, ¿y si simplemente me habían abandonado?, se estaba haciendo tarde y con ello también hacía más frío y yo había dejado mi chaqueta en el autobús. 
Entonces comencé a escuchar mi nombre por todos lados, "Daria...Daria...Daria", yo no podía ver nada pero conforme fue oscureciendo pude ver más claramente a aquellas criaturas horribles. "¿Quiénes son ustedes?" les pregunté, "¿puedes creerlo?, ni siquiera se acuerda de nosotros", respondió uno. El más grande de todos, que parecía un mono de peluche viejo y con tan solo un ojo, se acercó bastante a mí, "somos tus miedos Daria".
Uno a uno se fueron presentando: Oscuridad, Tormentas, Serpientes, Extraños, Payasos, Inyecciones.... los nombres no paraban. "¿Y tú quién eres?" le pregunté al más grande, "soy Abandono".

Les pregunté qué habían estado haciendo en el tiempo que habían pasado en el bosque y para mi propia sorpresa, me dijeron que solo habían estado esperando a mi regreso y aunque habían querido, no podían ir a buscarme porque estaba prohibido. ¿Sabes qué es lo más triste?" me dijo Extraños, "no somos los únicos, en el bosque hay un montón de miedos abandonados, y seguro en otros lugares de la ciudad también los hay”. Me sentí profundamente triste por haberlos abandonado sin más, sin pensar en las consecuencias. "¿Qué puedo hacer por ustedes?" les dije. "Daría, somos parte de ti. Aunque hayas aprendido que lo mejor fue haberte deshecho de nosotros, somos necesarios para que seas una persona completa", yo estaba a punto de interrumpirlo pero siguió, "si el miedo a Perderte hubiera estado contigo hoy, no estuvieras aquí a la mitad del bosque a altas horas de la madrugada, imagina cómo se deben sentir tus amigos, tu maestro, y tu familia porque no apareces", entonces pensé en mi abuela, pobrecita, de por sí vivía preocupada y ahora yo desaparecida. 
"No quiero vivir mi vida con miedo", les dije, "no quiero que ustedes me controlen y me impidan hacer cosas, todo el mundo dice que soy la niña más valiente que han conocido, no quiero dejar de serlo", entonces todos me miraron con ternura, un montón de ojos y bocas deformes me sonrieron, "tienes que aprender a vivir con nosotros Daria, es la única manera en que vas a aprender a controlarnos, verás cómo poco a poco nos hacemos amigos", yo no estaba del todo segura, pero prefería aprender a convivir con mis miedos a ponerme en peligro todo el tiempo. "Está bien", les dije mientras me ponía de pie, "¿pero cómo rayos vamos a salir de aquí?", "nosotros conocemos el camino" dijeron, y así, de nuevo hicieron una fila y me llevaron a casa. 

No hay comentarios: