lunes, 25 de septiembre de 2017

The Love Club XI

Fue un fin de semana que empezó demasiado rápido. Era jueves y los miembros del Club fueron invitados a una fiesta exclusiva, y no podían hacer otra cosa más que sentirse importantes. La fiesta sería en el bar más conocido, y además, iban a ser grabados y el evento sería televisado tiempo después.
-Vamos a ser famosos –decía Tomás. Y los demás se reían de él, pero secretamente pensaban lo mismo.
Tefi, Mauricio y Jen llegaron primero, los habían citado a las 10 pm y ellos fueron extremadamente puntuales.
-Esto está muerto –dijo Mauricio, y acto seguido fue a buscar al organizador para exigirle el alcohol gratis que le habían prometido. Un rato después, volvió con una sonrisa en el rostro y tres mezcales en la mano. -¡Ya es hora señoritas! –anunció, y los tres bebieron.
Después llegaron Thomas y Bal, el novio de Karla.
-¿Vamos afuera por más cerveza? –propuso Bal.
-Vamos y el reto es acabárnoslas en el camino –propuso Mauricio. Y aunque las chicas pusieron algo de resistencia, al final dijeron que sí.
Cuando regresaron a la fiesta todos se sentían algo ebrios, especialmente Tefi, que no había cenado y se estaba acabando las cervezas sin respirar. Mauricio se dio cuenta de algo que no le gustó y se lo hizo saber:
-Creo que te estás pasando–le dijo a Tefi – ¿De verdad quieres acostarte con Tomás? –y Tefi pareció despertar en ese momento, abrió muchísimo los ojos y le dijo:
-¿De qué hablas? –y aunque apenas podía mantenerse de pie, sacó a bailar a todos los demás y se olvidó por completo de las palabras de Mauricio, pero sentía como Tomás se la pasaba observándola y ella solo sonreía.

El viernes Mauricio, Tefi y Talía salieron. Habían decidido ir al cine, pero al final, solo comieron y estuvieron tomándose un café y hablando.
-¿Qué pasa contigo y tú novio? –le preguntó Mauricio a Talía.
-¿Por qué de todos los temas del mundo quieres hablar de mi novio?
-Creo que todos aquí sabemos por qué –respondió él, y la conversación quedó muerta por un buen rato. Hasta que de nuevo Mauricio habló y dijo:
-Te perdiste de la fiesta de ayer, Tefi se puso como loca.
Tefi se tapó la cara con las manos y río a carcajadas.
-Se puso tan mal que quería cogerse a Tomás.
-¡No es cierto! –contestó Tefi de inmediado.
-¿Lo hiciste? –preguntó Talía.
Y Tefi dijo que no con la cabeza. Pero en el fondo se sentía culpable por ya ni siquiera poder ser honesta con sus mejores amigos, recordó como había llegado a su casa llena de arena y con los recuerdos borrosos, pero eso no podía contarlo, porque las cosas se le complicarían aún más.
Se hizo tarde, bebidas y un montón de chistes después, Talía dijo que tenía que irse.
-Ni siquiera le dije a mi novio que vendría con ustedes.
-¿Qué? –dijeron Mauricio y Tefi al unísono.
-No puedo, se enoja, ya saben cómo es.

El sábado hubo otra fiesta, y Karla fue la más emocionada.
-¿Están listos? –les preguntaba una y otra vez a los miembros del club.
En casa de Mauricio se reunieron él, Karla y Tefi, y hablaron acerca de los días pasados.  
-Estoy muy emocionada por ya estar en la universidad –les contaba Karla –esta semana estuvo llena de actividades, ¡creo que de verdad estoy feliz!
Y Tefi y Mauricio solo la miraban con alegría, de verdad estaban feliz por ella, sobre todo porque había estado intentando quedar en la universidad durante el último año y no había tenido éxito, pero finalmente sus padres la convencieron de entrar a una de paga y ahí estaba, delante de ellos y más feliz que nunca.
Estaban casi por irse a la fiesta cuando de repente Tefi dijo que tenía que irse.
-Van a pasar por mí –dijo, y Mauricio le lanzó una de esas miradas llenas de odio, pero no dijo nada, lo que enfureció por completo a Tefi. -¿Qué? –le preguntó.
-¿Cuándo vas a decírselo?
Karla los veía desde la distancia, con una mezcla de confusión y  curiosidad, se preguntaba si finalmente Tefi había caído en aquel juego, si finalmente había visto al chico de los mensajes de texto y por eso Mauricio estaba tan enojado.
-¿Qué pasa? –dijo finalmente.
Y ambos la miraron: -Nada –dijeron mientras Mauricio le abría la puerta y Tefi salía, sin despedirse. 

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